El último barómetro del CIS ha confirmado los peores presagios para el bipartidismo político en España. El PP y el PSOE siguen perdiendo en intención de voto. Desde las elecciones generales de noviembre de 2011, el PP ha pasado del 44,63% del voto a una previsión ahora del 30,0%, y el PSOE pasa del 28,76% al 21,2%. O sea, entre los dos grandes tenían antes más del 73% del voto y ahora sólo llegan al 51%. Y su problema es que siguen bajando adecuadamente.

Es cierto que el sondeo se hizo antes de la elección del nuevo secretario del PSOE y que eso puede condicionar el resultado de este partido. En todo caso, es sorprendente que los datos actuales hayan llegado a empeorar todos los anteriores, dejando a los socialistas con mínimos históricos.

Con los datos publicados, el PP ganaría las elecciones. Cierto. Pero, probablemente, ya no gobernaría. Es el partido que más pierde en intención de voto. Se le va un 14,63% de sus votantes. Pierde más que el PSOE, que ya es difícil, al que se le va un 7,56 de sus votos.

Incluso fuerzas como IU y UPyD pierden en intención de voto y de forma considerable. ¿Quién gana entonces? ¿Dónde va gran parte de esos votos desencantados?

A Podemos. La formación de Pablo Iglesias irrumpe con mucha fuerza en el escenario político. No es una bocanada de aire fresco. Es un vendaval democrático que ha permitido recuperar la ilusión y la esperanza de que un cambio verdadero es posible. Según el CIS su intención de voto es del 15,3%, siendo, con diferencia, la tercera fuerza política y a sólo 6 puntos del PSOE. Casi dobla el resultado que obtuvo en las europeas, donde fue la gran sorpresa. A pesar del poco tiempo desde que apareció, su consolidación entre el electorado es espectacular.

Y eso que no lo ha tenido fácil. Ha sido la bestia negra para el bipartidismo. Se le ha acusado de todo. Los tertulianos del sistema han rivalizado para denunciarlos: desde agentes de Chávez a simples populistas. En el PP han llegado a estar obsesionados con ellos, y eso que decían que no había que darles cancha. Seguro que pensarán que cómo es posible que el electorado no se dé cuenta de que, con Rajoy, la recuperación ha llegado para quedarse, que el paro baja, sube la economía y los pajaritos cantan.

Tal vez no sea todo tan bonito como dice el PP. El mismo barómetro del CIS nos dice que, para el 77% de los españoles el paro es el principal problema y la segunda preocupación es la corrupción y el fraude para más del 41%. Probablemente ahí esté la raíz del problema: por mucha propaganda oficial que hagan, por mucho maquillaje que utilicen, la realidad es desoladora: la última EPA nos habla de 5.600.000 parados. La tasa de cobertura ha bajado a sólo el 57%. Y todo eso después de casi 3 años de gobernar Rajoy que iba a solucionarlo todo.

La corrupción es el otro gran problema. La proliferación de nombres y fraudes es desesperante: Matas, Fabra, Bárcenas, Urdangarin, Pujol, ERE de Andalucía, etcétera. El expolio de dinero público es constante y muy rápido. Las sanciones escasas y muy lentas. Y las devoluciones de lo robado inexistentes. Ya se dice Santa Rita, Rita?

Con este panorama lo raro no es el desprestigio de los grandes partidos. Lo raro es que algo como Podemos no haya salido antes. Se demuestra que había ganas de otra cosa, de cambiar las formas de hacer política. Y eso es positivo. Peor sería la resignación. Probablemente ello facilitará mejoras en todos los partidos, o debería hacerlo.