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Calor en Arabia

LA BUTIFARRA

Setenta y dos horas después del portentosamente inverosímil comunicado de Jordi Pujol se sigue manoseando la frase del doctor Johnson sobre el patriotismo como refugio de los sinvergüenzas cuando en realidad lo pertinente sería un diagnóstico psiquiátrico. Jordi Pujol asegura que su desaforado patrimonio familiar procede de la herencia de su padre, recibida hace treinta años y que hasta hace unas semanas ocultó a Hacienda al «no tener oportunidad de regularizarla antes». Uno intuía que la construcción nacional de Catalunya era una tarea absorbente, aunque no hasta tal punto. Esto explica que también olvidara comentar a su hermana las últimas voluntades del progenitor de ambos. No hay nada sorprendente en estos percances. Los catalanes de ringorrango conocían desde hace lustros las andanzas de Pujol, ese «hombre de Estado» según la prensa madrileña y «símbolo de Catalunya» según la doméstica, como para extrañarse ahora de que en Cataluña no rija la misma cleptocracia transversal que en el resto de España, desde el comisionista de postín al modesto trabajador clandestino que cobra desempleo.

ENTREMESES

La sesión plenaria de ayer en el Ayuntamiento de Elche invita a varias reflexiones genéricas sobre las características de nuestra democracia municipal. La primera es que un salón de plenos abarrotado en plena canícula forzosamente transpira humanidad e incita a los excesos dialécticos; la segunda, que es imposible disciplinar a una turba de espectadores con independencia de si los temas a tratar pertenecen al género técnico como un plan parcial o al morboso como una concejala tránsfuga. Esto condiciona la actitud de los concejales que inevitablemente tienden a buscar la complicidad del público convirtiéndose en tertulianos casposos de fin de semana. Una solución sería habilitar salas para que los vecinos pudieran seguir el debate por circuito cerrado sin alterar el desarrollo de la sesión; otra, suprimir los plenos, una ilegalidad que sin duda agradaría a muchos alcaldes con mayorías frágiles; la tercera, que intentáramos por una vez tomarnos en serio y prescindiéramos de estos espectáculos mejorables.

ARMA LETAL

Una prueba de que internet no es el arma diabólica ni la poción milagrosa de nuestro tiempo es la función que ha desempeñado en dos sucesos recientes. En el primero, un concejal de San Juan se verá probablemente forzado a entregar su acta por haber admitido en las redes sociales que le gustaría ametrallar a David Bisbal. Aunque somos muchos quienes hemos deseado ametrallar a Bisbal tras padecer una de sus canciones y en la prensa escrita proliferan desahogos mucho más brutales, el efecto multiplicador de la red agrava insoportablemente las consecuencias de la charlatanería. Por contraste con lo anterior, hace unas días el viceprimer ministro turco advirtió a las mujeres de que no se rieran en público ya que deben ser castas. La relación inversa entre hilaridad y castidad es algo que se me escapa tanto como a las compatriotas del viceprimer ministro. Al día siguiente, internet era un océano de carcajadas de mujeres turcas que universalizaban gracias a la red la respuesta imprescindible.

EL BUCLE

Una entrevista entre alguien tan espontáneo como Rajoy y alguien tan desesperado como Mas se aproxima bastante a mi idea de una ópera alemana de tres horas. Rajoy no tenía gran cosa que ofrecer salvo su mantra «Constitución y Constitución», mientras que Mas preside la entrega de las llaves del reino a Esquerra gracias al patriarca Pujol y su familia numerosa. Uno de los matices que no parecen percibir los partidarios de la reforma federal es que el federalismo no sacia a buena parte de los nacionalistas y que ofrecerles el «blindaje de competencias» como señuelo es frívolo toda vez que las competencias están blindadas «de facto» desde hace años ya que la Generalitat no aplica las sentencias desfavorables del TC. Lo único que podrían pactar Rajoy y Mas en este momento es un referéndum descafeinado acompañado de una transferencia de fondos. Y, siempre posibilista a falta de coherencia intelectual, parece que Mas ha cifrado provisionalmente su patriotismo en 9.000 millones de euros.

CIERRE

Hoy es primero de agosto y España cierra durante treinta días. Los lugares de veraneo se saturan de olor a fritanga, en las ciudades abandonadas resisten los mendigos y algunos cretinos que preferirnos asarnos en soledad antes que en un hormiguero de bermudas y las cadenas de televisión emiten a todas horas «Lawrence de Arabia» por los mismos motivos, supongo, que en invierno «Doctor Zhivago» y en Semana Santa «Los diez mandamientos». Es el cierre del curso político según la pomposa melonada del argot y todos los estadistas sienten la obligación de dictar una lección de clausura cuyo tono varía dependiendo de si quien la pronuncia es presidente del Gobierno o líder de la oposición. En el primer caso, hemos resucitado; en el segundo, es imposible que los muertos resuciten. Rajoy es Moisés abriendo las aguas del Mar Rojo; Pedro Sánchez, Lawrence de Arabia atravesando el desierto sobre un camello exhausto. Hace mucho calor en Arabia.

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