Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Llopis

Somos, pero no somos

Es magia. Es una gran operación de ilusionismo político, que ha ocupado la práctica totalidad de esta legislatura autonómica en la Comunitat Valenciana. Este dispositivo se puso en marcha hace tres años, tras la abrupta defenestración del presidente Francisco Camps, y se ha convertido en el principal argumento del primer partido del país: el PP. Somos, pero no somos. Con estas cuatro palabras se puede resumir perfectamente el actual guión estratégico de los populares valencianos y su propuesta ideológica de mayor peso para conseguir una nueva victoria electoral en 2015. Somos el Partido Popular, pero no tenemos nada que ver con la gente que ha llenado este territorio de vergüenza, corrupción y ruina. Somos el Partido Popular, pero nos hemos sometido a nosotros mismos a un proceso de autocrítica y de depuración del que hemos salido limpios de cuerpo y alma. Somos los mismos tipos que aparecían sonrientes en las fotos con los corruptos y los despilfarradores de dinero público, pero no tenemos nada que ver con aquella desagradable gentuza.

Hace falta mucho valor para intentar vender esta mercancía en un mercado político tan convulso como el actual. Este plan de enmascaramiento de la realidad es una apuesta llena de riesgos, que puede acabar con las carreras políticas más prometedoras y convertir en un paisaje de cascotes los triunfantes oropeles de las antiguas mayorías absolutas. Para que la iniciativa prospere con ciertas garantías de éxito, se necesita una milagrosa combinación de amnesia y de credulidad en un electorado, que en estos días de crisis económica e institucional no está demasiado dispuesto perdonar errores ni a creer en promesas; una ciudadanía quemada por mil decepciones, que responsabiliza al PP del estado de desastre en el que vive sumida esta autonomía.

Además de este improbable milagro sociológico, los impulsores de esta línea de acción política, personalizada en el presidente Alberto Fabra, necesitan toneladas de suerte para salir más o menos bien parados del trance. En honor a la verdad, hay que decir que no están teniendo ninguna fortuna. Al contrario, todo parece haberse confabulado para poner en evidencia los endebles fundamentos de un plan destinado a hacernos creer que el PP valenciano ha aprendido la lección y a convencernos de que a partir de ahora van a ser unos buenos chicos con una fibra moral a prueba de bombas.

La credibilidad de este proceso de purificación ha quedado seriamente tocada por la aparición continuada de nuevos casos de corrupción, que afectan a todos los escalones del poder controlados por el partido: desde las alcaldías, a la cámara autonómica, pasando por una infinidad de altos cargos y de mandos intermedios. Cada mañana, los dirigentes populares se desayunan con una nueva lista de imputados en las páginas de los periódicos o con un pormenorizado relato de las hazañas escasamente ejemplares de algún compañero. Es una lluvia continua e imparable de ilustres damnificados, que convierte en papel mojado todos los intentos de regeneración política lanzados desde la actual cúpula del PP. Es un temporal de imputaciones y denuncias imposible de parar por muchas apelaciones retóricas que se hagan a supuestas líneas rojas, ya que cualquier actuación realmente ejemplar en esta dirección desataría una imprevisible dinámica de guerras internas, que acabaría provocando la devastación del partido y demostrando que en muchas ocasiones el remedio es bastante peor que la enfermedad.

El proyecto de renovación interna lanzado desde la dirección del PP valenciano está condenado al fracaso, porque parte de un razonamiento inicial cargado de soberbia y de falta de realismo: creer que el partido es tan poderoso e indestructible, que hasta puede ejercer de oposición de sí mismo. Es un planteamiento difícil de digerir para una opinión pública que a lo largo de estos tristes años de derrumbe autonómico ha quedado vacunada contra cualquier tentación de votar a los pirómanos para que ejerzan de jefes del parque de bomberos.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats