El negocio de los bancos siempre ha sido el mismo: captar depósitos de los ahorradores y prestarlo a familias, empresas e instituciones. Hasta bien avanzado el siglo XX, y sobre todo en España, lo normal era que los bancos y cajas de ahorro tuvieran más depósitos de clientes que préstamos concedidos. Para poder incrementar su negocio, los bancos iban ampliando su red de oficinas para poder aumentar el número de clientes a quienes captar sus ahorros y con ellos dar nuevos préstamos. Dado que el banco cobra más intereses por sus préstamos que paga por sus depósitos, si a este margen le unimos las comisiones y le restamos los gastos generales y amortizaciones, nos da el beneficio.

Cuando España entró en el euro las cosas cambiaron mucho para bancos y cajas, vieron que muchos bancos europeos estaban dispuestos a prestarles dinero a un tipo de interés muy bajo. Ya no era tan necesario el captar depósitos y pagarlos caros, ahora el negocio consistía en encontrar clientes a quienes prestar ese dinero que les daba Europa y cuantos más préstamos dabas pues más beneficio tenías. En esos momentos en España empezaba la burbuja inmobiliaria, los precios de las viviendas se incrementaban en más de un 15% anual. Si prestabas dinero para la compra de un piso, no importaba que dieras hasta el 100% del valor de la vivienda, ya que en caso de impago y tener que quedarte con el piso, su revalorización hacía que pudieras venderlo y recobrar el préstamo. La cosa funcionaba, y bancos y cajas ganaban mucho dinero, pero como eran insaciables y cada vez era más difícil encontrar clientes a quienes dar hipotecas, pues encontraron una fórmula: había que buscar promotores a quienes se les daba un préstamo para comprar el solar y, a continuación, se le financiaba la construcción, o sea, el crédito promotor que permitía a los bancos tener asegurado los préstamos a los compradores por la subrogación de hipotecas. Con esta operatoria es cuando se dio en la banca española el mayor índice de corrupción. Consejeros, altos directivos, directores y apoderados de oficinas, agencias inmobiliarias, Apis, y todo el que pasaba por allí ponía la mano para llevarse comisiones. Era tal el río de millones que se manejaba que daba para todos y nadie decía ni hacía nada.

Todo el mundo vivía mejor, y los más contentos eran los compradores de pisos. En España siempre ha existido la cultura de la vivienda propia, pero la costumbre era que la pareja estuviese ahorrando previamente, o bien sus padres les ayudaban para poder comprar. Ahora no, todo había cambiado, si tú vivías de alquiler pagando 400 euros, te decían que eres tonto porque podías comprar ese piso con una hipoteca a 40 años pagando 350 euros de cuota mensual. ¿Qué te parece?, pagas 50 euros menos y pasas a ser propietario de tu piso. Aunque ahora muchos compradores de pisos dicen que fueron engañados, yo creo que nadie lo hizo a conciencia, todos pensaban que vivían en una Arcadia feliz donde todo era posible. Nadie pensaba que lo pudieran despedir de su empresa y que no encontraría otro trabajo.

Todo lo que hasta ahora he relatado sucedió desde el 2000 al 2005, en este año los inspectores del Banco de España hicieron un informe en el que denunciaban que la mayor parte del dinero que los bancos españoles estaban recibiendo de Europa se estaba destinando al sector inmobiliario y se estaba creando una burbuja inmobiliaria que si no era controlada podía afectar a la sociedad en general. El Gobierno de entonces no quiso hacer caso. Tal como denunciaron de nuevo los inspectores en el año 2006, el Gobierno miró para otro lado y no quiso ver el problema que tenían las cajas españolas. Es comprensible la postura del Gobierno: España tenía la mejor banca del mundo, nuestra deuda era de las más bajas de Europa. España era un guateque, ¿quién se atrevía a cortar la luz?, se paraba la música y se acababa el baile. Por eso no hizo caso de los avisos de los inspectores y se continuó con la misma política. El Gobierno pensaba que esta crisis sería como las demás, es decir, duraría dos o tres años y después todo volvería a ser igual.

En el año 2009 fue cuando el Gobierno cometió el mayor error en política económica que se haya cometido jamás en España. En ese año, la mayoría de los países europeos ya habían tenido que inyectar miles de millones de euros para salvar a su banca. Cuando el Banco de España intervino la Caja de Castilla La Mancha ya sabía por pura lógica, aunque no tuviera la certeza total, que muchas otras cajas estaban igual: si todas hacían el mismo negocio y no había nada especial en CCM, pues a las otras les pasaría lo mismo. Con la Deuda Pública de las más bajas de Europa, sin apenas déficit, con la prima de riesgo baja, este era el momento de rescatar a las cajas, pero claro, eso era dejar mal al presidente del Gobierno que decía que teníamos la mejor banca del mundo, y esta tontería provocó que años después el rescate nos costara el doble o el triple de lo que hubiera costado en ese momento. En lugar de rescatar a las cajas dañadas, el Banco de España se inventó lo de los SIP (fusiones) que fue un completo fracaso.

En otra ocasión trataré de explicar por qué el Estado tenía que salvar a las cajas.