Ayer tarde, mi mujer se puso a preparar unas lentejas a petición de mi hija, para comer hoy. Descansando en mi sillón y con la abuela a mi lado, Laura trabaja en el ordenador en la habitación contigua. El caso es que las dos horas de cocción, de estas ferrosas legumbres, me las hizo pasar de infierno. La abuela no paraba de exclamar, cada tres minutos y medio: «Laura, las lentejas, que no se peguen. Muévelas!». Mi mujer que rebufaba: «¡Ya lo sé, mamá!» Y el desocupado de Alberto que tenía que levantar su culo y mover las putas lentejas, mortero en mano. A todo esto, «Sálvame diario» a toda leche, porque la meticulosa anciana no la oye. «¡Laura, las lentejas!» «¡Alberto, remueve bien, que no se peguen!» Después de cuatro horas de tormento entre la madre, la hija, el «Sálvame» y las terribles lentejas, me acosté con el brazo mareado y yo hasta los huevos. Y es que mi suegra, con cualquier excusa, utiliza la táctica del «arenque rojo». Táctica que llevaba a cabo durante la «guerra fría», esa gente llamada espías, políticos, policías,? Es una forma de desorientar, cansar, aterrorizar y dar pistas falsas, para que el controlado nunca sepa cuál es la verdad. En el caso que nos ocupa, era para llamar la atención de mi mujer y un servidor, sobre la abuelita. Con la excusa de las lentejas. Esta táctica, que dicen que vino de EEUU o de Albacete, la utiliza constantemente el PP.

Un partido que recogió, entre otros, a los hijos y nietos de colaboradores y simpatizantes del período franquista. Cosa que por otro lado me parece muy bien. Ya que cada uno puede pensar como le da la gana. Pero, siempre y cuando, que se guarde la compostura debida. Es decir, la educación y rechazo a la ofensa. Este gobierno de PP nos hincha a mensajes falaces creando expectativas ilusorias y ofensas. Jugando con la credulidad de la gente. Pero esta no es tonta y se da cuenta que lo que dicen no se corresponde con la realidad cotidiana. ¡Vamos en un crucero vibrante en Economía, los parados bajan (que son menos, no que se queden enanos), los sueldos suben, el empleo fantástico y los chiquitos están gorditos de tanto comer! La realidad: los sueldos bajan (y seguramente más aún), no se encuentra trabajo, las colas de Cáritas llegan a la salida de la ciudad, la calidad de la educación, justicia y sanidad es cada vez más lamentable, ya que mengua de forma sangrante el personal sanitario y ciertas condiciones.

¡Un ejemplo cotidiano! Un amigo me cuenta que, después de estar en el hospital varios días, tuvo que pedir el alta voluntaria porque, ni con ventiladores llevados de casa, se podía estar allí. ¡Ah! Las curas se las tenía que hacer él en su casa. Y no hablamos de algo sencillito ¿Eh? Y te tienes que tragar, del tamaño de un mamut, los arreglos de Cospedal con el reparto parlamentario de su comunidad, con le excusa del ahorro. ¡Cómo si la gente no supiese contar! Pero? como es un «ahorro». Sí. Ahorro de parlamentarios minoritarios. Luego a Rajoy diciendo que ya querría él tener un activo tan importante como Carlos Fabra y un gobierno para España como el de Jaume Matas en Baleares. El ministro Soria emperrao en sacar petróleo en contra de la ciudadanía. Estas actitudes me recuerdan tiempos pasados si las acompañamos de ciertas leyes que recortan libertad. ¡Total, sólo hace treinta y nueve años! La memoria está todavía fresca para darse cuenta que se van repitiendo actitudes. Y para rematar, las declaraciones de Aguirre o «La cólera de Dios», que debe ser un castigo divino aguantar a esta mujer. Pues no que se ha quedado con ganas de dar clase a estas alturas? Mira que a mi, «Podemos», ni sí ni no. Veo que son gente joven con ganas e ilusión por cambiar las cosas, por tener un objetivo de esperanza común. Muy legítimo. Y que esta mujer quiera dar lecciones a todos. «Diga usted conmigo: No?.» Se me caía la cara de vergüenza. Qué bochorno. ¿Quién es esta mujer para ir por la vida así? Yo, que no tengo ni la carrera, ni las matrículas del tal Iglesias, si se dirige a mí de esa manera, ni le contesto. Pero estamos casi en campaña y hay que aguantar carros y carretas. Lo dicho, lo del «arenque rojo». Pero? ¿Es que de verdad piensan los del PP que somos tontos? Porque tengan en sus filas a votantes incondicionales, con glaucoma ocular y una otitis bestial.

Los demás, los que pensamos por nosotros mismos, los que no estamos atados a nada ni a nadie, sí tenemos objetividad. Por lo que votamos a gestores competentes y si no, a su casa. Lo que va mal, va mal. Y si tienen un mínimo de pudor, por lo menos deberían ahorrarse declaraciones como las de Montoro. Que es muy austero, el pobre. Sí en cerebro. Tanto practicar «el arenque rojo», vamos a ser arenques convertidos en mojama si no se arregla esto. Nos va a costar un plato de lentejas, más de lo que le costó a Esaú, cuando se las vendió a Jacob por la primogenitura.