Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Camilo José Cela Conde

Molt Honorable

Vaya por Dios; al final resulta que el Molt Honorable era un chorizo y no uno de tres peras al cuarto sino un mangante de tamaño comparable a las ínfulas que mantuvo como hacedor de la patria. Mientras España andaba dándole vueltas a la manera de salir de la dictadura, con Franco ya casi en el lecho de muerte, el Molt Honorable -que no lo era aún, por supuesto- fue la prima donna en una de esas reuniones que se celebraban en Palma en busca de plataformas democráticas. Asistí a ella y creo recordar que tuvo lugar en el monasterio de costumbre; lo que más me quedó grabado, no obstante, fue el papel que se asignó el caballero de víctima del franquismo tardío, como si hubiese terminado de salir de la cárcel cuando en realidad había pasado ya una década desde que le dejaron libre. Pero la persecución y las torturas -que el Molt Honorable en ciernes aseguraba haber sufrido- eran una patente de corso mucho más segura si los agravios quedaban cerca. La fundación de Convergència tuvo lugar por aquel entonces y se veía venir lo que llegó luego. Nada más que pudo sacarse de encima la sombra pesadísima de Tarradellas -vaya jugada magistral la de Adolfo Suárez, por cierto- al Molt Honorable le faltó tiempo para serlo de verdad y mantenerse no ya dos décadas como padre de la patria sino para siempre.

O casi. La confesión a toro pasado, con los delitos a título anecdótico en términos penales por aquello de que prescribieron ya, tiene unos efectos tremendos en el otro orden, el político-institucional. Verse convertido en poco menos que un mangui lleva a que los templos se derrumben porque, ¿de verdad pensará el Molt Honorable que se va a creer alguien lo de la herencia milagrosa del abuelito que hizo multimillonarios a los nietos? ¿Será tan ingenuo como para imaginar que las investigaciones de Hacienda sobre los manejos de sus hijos van a detenerse ante el cuento de la lechera que ha tenido a bien contarnos?

Los principales damnificados por la confesión del Molt Honorable son los artífices del proyecto soberanista porque se basa este en la honradez, sentido del deber y altura de miras de una ilusión que daba esperanzas a la mitad de los catalanes -contados a ojo de buen cubero- aunque fuese a costa de enervar a la otra mitad. El daño producido al saberse que el Molt Honorable no era otra cosa que un aprovechado a quien los tribunales habrían puesto en su sitio de saberse a tiempo lo que ahora se sabe y sin necesidad siquiera de rascar más es inmenso. El Molt Honorable ha proporcionado argumentos de peso a los ussías del nacionalismo hispánico lanzando de paso una andanada a la línea de flotación de sus otros herederos, los que encabeza, de momento, Artur Mas. Cuesta trabajo creer que la entrevista entre este y Rajoy va a ser igual que habría sido antes de que el Molt Honorable se volviese tan locuaz. Y la pregunta del millón de euros es por qué ha elegido este momento, en particular este momento, para confesar.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats