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Marc Llorente

Leyendas musicales

Chick Corea aterrizó otra vez en el Fijazz. En un ADDA completamente lleno. En esta ocasión le acompaña el bajo de Stanley Clarke. La máxima expresividad del pianista siempre está garantizada en cada una de sus actuaciones. El ritmo sostiene el pulso y las sonoridades y el suave o el vigoroso fraseo de los músicos destacan al gran nivel que se espera de ambos. La numerosa afición se rinde ante Corea y Clarke. La instrumentación, la melodía y la armonía llevan las esencias de los afroamericanos y el concepto de la tradición musical de Occidente. Esto es el jazz. Y el respetable lo disfruta en amplias dosis. Naturalmente, juega su papel importante la improvisación sobre la estructura armónica de los temas. Los dos viejos amigos tienen alma jazzística y depurada técnica, como no es difícil comprobar. Así, el piano de Chick Corea y las cuerdas de Stantley Clarke desarrollan sus posibilidades y nos ofrecen una brillante compenetración.

Esa complicidad despierta las emociones de los asistentes a lo largo de un ineludible concierto en el que campean a su aire estos exploradores del jazz. Chick Corea, aun alejado de la presencia comercial masiva, atrae a personas de más allá de las fronteras de este género con todas sus variantes. Demuestran su variado lenguaje artístico y, pese al transcurrir de los años, gracias al elixir de la buena música, ni Corea ni Clarke pierden frescura y la proyección necesaria para seguir manteniéndose en pie. Las notas poéticas, con rasgos de música clásica, el intimismo y la rítmica circulan con estos geniales instrumentistas que vuelven a unirse con su amplitud de recursos y el carácter del jazz fusión. No falta la demostración individual ni el emotivo recuerdo de la antigua banda, Return to Forever, donde colaboraron en la década de los 70.

Y a eso, a evocar aquellos sonidos, entre otros detalles, dedicaron la actuación del miércoles. Sale a la luz Paco de Lucía, ya que el toque de rumba flamenca es otra de las expresividades del estadounidense, de origen italiano, Chick Corea. En este sentido, toca las teclas del piano como si tocara las cuerdas de una guitarra, imprimiéndole mucha vida.

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