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Juan José Millas

Antes de que se agoten

Ha querido el destino que la campaña para la Lotería de Navidad comenzara casi al mismo tiempo que la noticia sobre la subida de la luz. Dios aprieta pero no ahoga y cuando te cierra una puerta te abre una ventana, etcétera. Hay un ruido de puertas (giratorias) y de ventanas de guillotina continuo. Te asomas a ver qué pasa fuera y pierdes la cabeza. Eso sin contar con las perniciosas corrientes de aire que se establecen por tenerlo todo abierto. Pulmonía asegurada.

Lo último que hemos visto por la ventana de la tele es que acabamos de perder 12.000 millones de euros con la venta de Catalunya Banc al BBVA. No pasa nada porque dice Montoro que el año que viene seremos la locomotora de Europa. Calderilla, pues, para lo que vamos a crecer y a ganar. Se trata, es cierto, de la calderilla que habíamos quitado a la Sanidad y a la Educación, pero tampoco pasa nada porque dice Rajoy que la Sanidad y la Educación son ahora más universales que nunca. Significa que cuanto peor nos va, mejor estamos. Si usted aspira, no sé, a convertirse en un Nadal del tenis (no va a ser de la hípica), recórtese los dedos de ambas manos, como aquí nos recortan en Educación y Sanidad. Cuantas más dificultades de orden práctico tenga para sujetar la raqueta, mayores serán las ventajas de orden teórico.

¿Que no casa? Pues la verdad, no, no casa. Veamos: el Estado asegura que la venta de Catalunya Banc, pese a las pérdidas multimillonarias que conlleva, ha sido un chollo. Para el BBVA, por otra parte, la operación ha sido una ganga. ¿A quién hacemos caso? Al que se ha beneficiado de la desnacionalización, naturalmente. Es que se dice pronto, acabamos de regalar a un banco privado 12.000 millones de euros. Lo que cuesta, más o menos, abrir una puerta giratoria. Viene a ser como si hubiéramos arrojado todo ese dinero por la ventana de guillotina. Y es lo que hemos hecho, aunque después de asegurarnos de que por la calle solo pasara en ese momento el BBVA. Pero no exageremos el problema. Como se señalaba al principio de estas líneas, acaba de comenzar la campaña de la Lotería de Navidad. Ahí es donde debemos apostar fuerte, con racionalidad. Y antes de que se agoten los décimos.

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