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El riesgo de la bicefalia

La elección de Pedro Sánchez como secretario general ha ratificado la preeminencia de Susana Díaz en la estructura de poder del PSOE. Aunque se lo haya currado multiplicando viajes y presencias a lo largo de la campaña, la independencia del nuevo jefe será creíble cuando sus actos la demuestren. Lo que ahora se espera es el mano a mano ejecutivo con la califa andaluza, una bicefalia sin precedentes en el partido. Las ideas y el estilo ya apuntan afinidades que pueden ser positivas por la eficacia electoral de la mentora en la sombra, pero distan de la profunda transformación que necesita el socialismo español para recuperarse como partido de gobierno. Parece indudable que el cambio ha de ser hacia la izquierda, territorio vampirizado en los recientes comicios europeos. La propuesta más nítida y valiente en esa dirección fue la de Pérez Tapias, sin embargo perdedor en la elección interna.

La voluntad de rehacer una mayoría para la alternancia bipartidista exige huir de las tentaciones pactistas que lanza el PP casi a diario, rechazo poco claro en las declaraciones de intención de la campaña y en los mensajes de la toma de posesión. Más allá de las tertulias mediáticas, Pedro Sánchez apenas era conocido hasta hace pocos meses. Pero en aquellos debates parecía más radical, como también en conferencias anticipadas a la reunión de avales para concurrir a la elección interna. Es razonable suponer que Susana, recién investida en Andalucía, trabajaba previsoramente en la sustitución de Rubalcaba y tenía candidato alternativo. Pero ella gobierna en pacto con IU, cultura afianzada con la marcha atrás cuando intentó desposeer a una consejera del socio.

Los pactos, en todo caso, habrían de ser puntuales y locales, nunca globales en los llamados asuntos de Estado. Las incitaciones del PP reproducen el abrazo del oso que coadyuvó eficientemente en la caída de Rubalcaba. Las bases captan mejor los grandes signos externos que las sutilezas proyectadas a largo plazo. Andalucía es una de las comunidades más deprimidas de España, si no la más. La bicefalia que tratan de disimular no debe reducirse a ventajas que garanticen la reelección por mayoría absoluta que Susana pretende en Andalucía. Y aún menos en las políticas generales que ella necesite para sus objetivos, a despecho de los intereses globales del partido. Sánchez tiene que demostrar su independencia, y cuanto antes mejor para el posicionamiento socialista de presente y futuro.

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