No me explico los motivos pero observo cómo a algunos, sobre todo la gente de derechas, especialmente ciertos periodistas de la caverna y desde luego a los gerifaltes del Partido Popular, cuando se refieren al movimiento ciudadano Podemos, hablan de él como si fuera la bicha, como si se tratara de un movimiento social desestabilizador que puede poner en peligro la convivencia de los españoles y acabar con la democracia y por tanto con las libertades y con los derechos, los pocos que ya les quedan a los que habitan en este país.

Hago público mi respeto por este movimiento al propio tiempo que mi temor de que su vigencia pueda ser bastante corta dado el carácter asambleario del mismo. En España los colectivos de estas características, lamentablemente, han tenido una vida muy limitada. Parece ser que Pablo Iglesias y sus compañeros le han metido el susto en el cuerpo a algunos, a los que desde luego tienen mucho que perder y también mucho que ocultar y ganar, en cambio a los que no tienen nada a los que lo están pasando mal, muy mal, el nacimiento de este movimiento les ha supuesto el recuperar parte de la esperanza perdida. Los detractores critican este nuevo revulsivo y necesario movimiento argumentando principalmente el que sus postulados cara a la sociedad son utópicos, radicales y por tanto inalcanzables, nada más lejos de la realidad, los que así se manifiestan ignoran, o no les interesa saberlo, que la utopía es la que nos señala el camino a seguir para llegar a un mundo mejor y que el radicalismo es la fuerza, la firmeza y el coraje que se precisan para recorrer ese duro camino. No entiendo por qué al término radical siempre se le da un significado peyorativo. Muchos, a lo largo de la historia, y a lo largo y ancho de este mundo, han sido tachados de utópicos, cuando no de locos, por haber intentado establecer unos derechos y unos beneficios para las clases bajas, para los trabajadores que son los que mantienen en pie a un país, como era la jornada laboral, en unos tiempos en que la máxima entre la patronal a la hora de fijar el horario laboral de sus trabajadores era la de «entre el día y la noche no hay pared», cuando se pedía una asistencia sanitaria gratuita para todos y un sistema educativo que en sus estadios obligatorios no discriminaría a aquellos cuyas familias no disponían de medios económicos, de que se implantaran unos Servicios Sociales que posibilitaran el que los menos favorecidos y las personas con problemas de minusvalía y dependencia fueran debidamente atendidas como su condición de tales seres humanos demandaba y sigue demandando, cuando se pedía libertad e igualdad y otras tantas cosas que gracias a esa utopía posibilitaron el nacimiento del Estado del Bienestar. Esto se consiguió con mucha lucha, con muchas perseverancia, con un alto grado de utopía y sobre todo de fuerza, firmeza y coraje, mostrándose radicales y por tanto intransigentes, negándose a renunciar a reivindicar aquello que en derecho les correspondía.

Desde el Partido Popular, apoyado por su caverna mediática, se intenta amontonar la basura sobre el líder de Podemos y utilizan el que una fundación a la que este pertenece ha asesorado al gobierno de Venezuela. Nos hablan de un asesoramiento pero no nos dicen en qué ha consistido este asesoramiento, si es de tipo político, económico, social, cultural o de cualquier otra naturaleza. Creo que cualquier español puede dar su parecer sobre Podemos pero creo también que el PP, el Gobierno, no está legitimado para hacerlo y afirmo tal cosa porque este Gobierno, el de Rajoy, no movió un solo dedo para evitar que la selección española de fútbol jugara un amistoso en Guinea Ecuatorial que, como es sabido está bajo el mandato de un dictador, Teodoro Obiang, que ha cercenado la libertad y los derechos de sus ciudadanos y cuyo encuentro sirvió para legitimar la existencia de un régimen totalitario y de su líder. El pasado 26 de junio, Rajoy, antes del inicio de la cumbre de la Unión Africana, se reunía con Obiang. Como pudimos ver y oír en la «tele», hablaron sobre la selección española de fútbol. Desde instancias mediáticas afines al PP se lanza la pregunta «de dónde viene y adónde va Podemos». No sé de dónde viene, pero creo saber adónde va. Lo que sí tengo claro es de dónde viene el PP, viene de Alianza Popular que fue fundada por ocho ministros franquistas y desde luego creo que a nadie se le escapa adónde va.

No, el peligro no lo encarna Podemos, el peligro lo representa esos que se han sobresaltado con el nacimiento de este colectivo, los que se han cargado en poco más de dos años de gobierno el Estado del Bienestar, los que han acabado con la ilusión y la esperanza de los españoles de ir mejorando ese Estado del Bienestar del que hasta hace poco disfrutaban. Los que nos han recortado el contenido de nuestra exhausta cartera, la libertad y los derechos. Esos son el peligro. A estos sí se les puede aplicar el término radical en su más duro y peyorativo significado. Espero que después de lo dicho no salga alguien acusándome de chavista o de pro etarra, lo hacen con Pablo Iglesias, con Ada Colau o en su día con Zapatero. Chavista puede ser el ministro de Defensa Pedro Morenés, que dijo que Hugo Chávez «es un gran amigo de España» y pro etarra puede ser Aznar que acercó a los presos de ETA a las cárceles vascas.