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Antonio Balibrea

Realidad y expectativas

La situación económica actual es mala o muy mala para más del 80% de los españoles y aunque los que piensan así son menos que en meses anteriores, no hemos bajado de esa tasa desde junio de 2011.

Los principales problemas de España son a juicio de nuestros conciudadanos los mismos: el paro (del 82,3 al 76,8), o la corrupción y el fraude (del 41% al 38,8), los problemas de índole económica, o los partidos y la política, incluso la educación, todos preocupan menos que en el primer trimestre. Aumentan sin embargo los que consideran que la sanidad (de 10,2% a 11%) o la calidad del empleo empieza a ser más preocupantes. Y, particularmente, los problemas que más nos afectan son el paro, la situación económica y la sanidad, por ese orden. Ciertamente, la percepción de la situación actual económica ha mejorado.

Si bien el Barómetro no es la Encuesta de Población Activa (EPA), nos permite escudriñar un poco, con mayor margen de error que la EPA, en esa mejoría: el porcentaje de parados que a primeros del año pasado era de un 26,4 ahora es del 23,2% de la población, si bien de cada tres, 2 trabajan y 1 se ha jubilado. Son menos las personas que temen perder su empleo en los próximos doce meses, y son unos pocos más los que esperan encontrar empleo pronto. El empleo se ha reducido en la Administración -los ajustes de Montoro- pero la mitad de los que se han creado lo han sido en la empresa pública, que no cuentan en el déficit, y la otra mitad en la privada. Por tipos de empleo, son menos los de dirección tanto en empresas como en administraciones públicas y los que aumentan de forma importante son los «trabajadores de servicios de restauración y personales», que pasan de ser el 14 al 21%, mientras son menos «los artesanos y trabajadores cualificados de en la industria». Se sigue perdiendo empleo industrial y cualificado, mientras aumentan los relacionados con el turismo.

Lo increíble es que en las expectativas a un año son más los que piensan que la situación irá mejor que los que piensan que irá peor. Y, en el índice de expectativas se alcanza una cifra que no se daba desde 2005: en plena euforia económica, la situación y las expectativas a un año arrojaban cifras similares a las actuales. La necesidad perentoria de que la situación económica mejore y la campaña del Gobierno de que estamos saliendo de la crisis y el año que viene estaremos mejor ha calado, hasta el punto de que el índice de perspectivas a un año está a niveles que no se veía desde hace diez años en los felices 2000 anteriores a la crisis. La diferencia fundamental y que puede llegar a ser preocupante es que el indicador de la «situación económica actual» que entonces estaba casi al nivel de las expectativas, incluso por encima; ahora, está muy por debajo, por debajo incluso que en 2011 aun habiendo mejorado la situación ligeramente.

Nunca, y esto es lo grave, la distancia entre la situación percibida y las expectativas ha sido tan grande. La diferencia entre expectativas y situación se amplió durante la crisis de 1996 y en 2010-2011 en las dos ocasiones la «situación actual» vivida era mejor que la actual y la perspectiva económica a un año era inferior a la actual.

La distancia, la mayor desde que hay series, entre la situación y expectativas es peligrosa porque si la situación actual se deteriora y las expectativas no se van consiguiendo la frustración social es el caldo de cultivo de conflictos sociales graves.

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