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Los hay que son más iguales

Circula por ahí, desde hace décadas, un dicho que dice que «todos somos iguales», pero hay otro que señala que «hay algunos que son más iguales que otros». Evidentemente está más que asumido por todos que los dichos y los refranes provienen de la realidad. Al hilo de esto voy a citar dos casos de actualidad que ponen de manifiesto la veracidad y el acierto de estos dichos.

En primer lugar me voy a referir al caso Nóos, más conocido por el «caso Urdangarin» y dentro de este al «caso Aizoon» que se refiere a los presuntos hechos delictivos cometidos por el matrimonio Iñaki Urdangarin-Cristina de Borbón. En lo que respecta a igualdad de trato pienso que lo que se está dando con la defensa a ultranza de la hermana de Felipe VI, por parte del fiscal Pedro Horrach, es un hecho que pone de manifiesto eso de que «hay algunos que son más iguales que otros». Como es sabido el fiscal se opone frontalmente y en mi opinión, casi como una cuestión personal, a la imputación por parte del juez Castro de la hija del Rey Juan Carlos. La segunda imputación, la primera fue anulada por la Audiencia de Palma de Mallorca. Me temo que con esta segunda va a suceder lo mismo. Como es sabido Cristina de Borbón, familiar del Rey de España, es socia al 50% junto con su marido Iñaki Urdangarin, que posee el otro 50%, de la sociedad Aizoon y que esta consta como secretaria de la misma y por tanto es la que firma las actas y cada 31 de diciembre las cuentas anuales, los libros contables, de dicha sociedad. O sea que es muy difícil querer demostrarle a los españoles, como al parecer pretende el fiscal Horrach, que la esposa de Urdangarin no sabe nada de nada. La otra cara de la moneda refleja la imagen de la esposa de Diego Torres, socio de Urdangarin en Nóos, Ana María Tejeiro, la cual fue imputada en 2011 y sigue estándolo, a pesar de no figurar oficialmente en documento societario alguno. A mí no me consta que el fiscal Horrach se opusiera en su día a esta imputación. Ana María Tejeiro no pertenece a la realeza.

Otro caso digno de comentar por lo que a la igualdad se refiere es el de la Reina Sofía. La Reina Sofía, cuando su hija Cristina se asentó por un tiempo, junto con su esposo, en Washington, esperando a que «escampara», la visitó, creo que como mínimo en dos ocasiones, viajando a la capital USA y recientemente la ha visitado en Ginebra donde actualmente reside su hija menor y esposa de Urdangarin. Nada que objetar a que una madre visite a su hija allende nuestras fronteras, es un gesto tan comprensible como admirable y respetable, pero se da la circunstancia de que con este hecho se vuelve a poner de manifiesto lo de que «hay algunos que son más iguales que otros» y para corroborar esta afirmación me pongo como ejemplo. Podría poner a otros muchísimos padres y madres en las mismas circunstancias, porque los hay, y este ejemplo no es el otro que significar el hecho de que mi hijo menor se pasa la mayor parte del año, más de dos tercios, por motivos de trabajo en países asiáticos, mayormente en Vietnam. Nuestra ilusión, la de su madre y la mía, sería la de montarnos en un avión, más de veinte horas de viaje, para ver a nuestro hijo y conocer el ambiente, la sociedad donde se mueve, pero claro el viaje resulta «un poco caro» y no está al alcance de nuestra pensión a pesar de que Rajoy nos la ha subido. Le vemos a través del Skype y nos conformamos con ello renunciando al deseo, qué remedio, de darle físicamente un abrazo. No es que le tengamos «envidia» a la Reina Sofía, bueno sí, pero es envidia sana, porque cuando ella lo cree conveniente puede ir a cualquier país donde esté su hija Cristina: primero fue en USA y ahora en Suiza. Lo que sí nos sentimos es un tanto frustrados porque mi esposa y yo no disponemos del dinero necesario para pagarnos ese viaje de más de 20 horas de avión porque como antes he dicho nuestra pensión no da para más y encima tenemos que pagar nuestros impuestos que, dicho sea de paso, sirven para que la Reina Sofía pueda coger el avión y, sin medir las distancias, pueda visitar a miembros de su familia. Repito mi respeto y mi admiración por la Reina Sofía, una mujer que ha aguantado en esta vida lo que hay que aguantar y más y muy posiblemente sea merecedora de este privilegio pero es que resulta que todos, todos los españoles, a lo largo de nuestra vida también hemos aguantado «lo que hay que aguantar y más» y, sin embargo, nuestros privilegios están más que ausentes por no decir que son inexistentes. El costo de estos viajes de la Reina no son solamente los del billete del avión, aunque lo haga, cosa que no creo, en clase turista, si así lo hiciera y luego se desplazara en un taxi al domicilio de su hija, creo que la parafernalia, el protocolo de seguridad, nos sale por un pico a los contribuyentes. No sé, pero creo que para evitar agravios comparativos la Reina Sofía debería ver a su hija a través del Skype, tal y como mi esposa y yo vemos a nuestro hijo.

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