Juan Valls relegado en su partido se marcha del CDL. No hay efecto sin causa, al igual que no hay estímulo sin respuesta. Este principio se estudia junto con el principio de mentalismo. Esta ley también dice que todo lo que hagamos a los demás, ya sea bueno o malo, nos será devuelto, de ahí que también se llame el efecto boomerang. Todo lo que te sucede en el presente es lo que has creado en el pasado, y todo lo que estás creando en el presente, es lo que te sucederá en el futuro.

Valls llegó a tener representación en el Ayuntamiento de Ibi gracias a la popularidad de Ana Sarabia, una vez se aprovechó de su tirón electoral y ya concejal se deshizo de ella.

En Radio Ibi lo primero que hizo fue eliminar al locutor también más popular Paco Navarro, para acto seguido pretender erigirse como el defensor de los trabajadores la emisora municipal. Nada podía hacer prever que por su afán de protagonismo, el concejal que menos votos obtuvo en las últimas elecciones municipales presionara para imponer en Ibi un cambio de Alcaldía del partido popular que quiebra la voluntad de los ibenses expresada en la urnas, utilizando para ello lo más bajo y rastrero posible, un chantaje al gobierno legítimamente electo.

Se quemó a lo bonzo porque Ibi está por encima de sus arrebatos de niño pequeño, su falta de madurez personal y política y sobre todo por encima de su ignorancia.

Así que cada paso dado, cada torpeza cometida, cada rabieta consentida le ha minado la propia popularidad que nunca ni siquiera tuvo.

Juan Valls ni sirve como político, ni sabe, ni tiene formación ni lealtad, porque ni es agradecido, ni tiene palabra, ni quiere a su pueblo ni a los ibenses a quienes traicionó cuando quiso venderlos a un cuatripartito que no había ganado las elecciones. Ya lo dijo Churchill: «Tras un recuento electoral, sólo importa quién es el ganador. Todos los demás son perdedores» y Juan Valls lo es y con efecto boomerang.