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Isabel Vicente

La mafia en huelga

No entiendo muy bien que uno piense que va a ir al infierno por estar excomulgado y no por ir por ahí matando gente a diestro y siniestro, incluso a inocentes niños. Eso está pasando en Italia. Este domingo, 200 presos de la mafia calabresa, la Ndrangheta, encarcelados en una prisión de máxima seguridad, decidieron no ir a misa en protesta por unas palabras del papa Francisco quien, tras el asesinato de un niño de tres años en un ajuste de cuentas, afirmó que «los mafiosos no están en comunión con Dios, están excomulgados». ¿Y se extrañan? No sé nada de mafias, gracias a Dios, y quizá por eso me resulta tan difícil de entender que mantengan su fe y su creencia en la religión católica y, sin embargo, no tengan empacho en liquidar a cualquiera que se les ponga por delante saltándose sin pestañar un buen puñado de mandamientos de los gordos en su actividad diaria. Pero no es sólo cuestión de fe.

Al parecer, la mafia italiana sigue usando las ceremonias religiosas para relacionarse entre las diferentes «familias», y esto de ser excomulgados y no poder acudir a la iglesia como respetables ciudadanos les ha llegado al alma... y al negocio. La rebelión de los mafiosos ante la condena del papa Francisco no se ha quedado en la huelga contra la misa dominical. En Oppido Mamertina, un pequeño pueblo de Calabria, los responsables de una procesión pararon la imagen de la Virgen ante la casa de un anciano capo de la mafia en señal de respeto. El mafioso está condenado a cadena perpetua por asesinato pero se encuentra en arresto domiciliario por motivos de salud y de nada sirvió que el comandante de los carabineros de la ciudad ordenara a sus efectivos largarse con viento fresco para no respaldar semejante homenaje que sí secundaron, sin embargo, el cura y el alcalde.

Al parecer Francisco, este papa que lo anda revolucionando todo, pretende poner fin a esta tolerancia de la Iglesia hacia las prácticas mafiosas a la que nos ha acostumbrado el cine con esos capos todopoderosos haciendo y deshaciendo delante del cura en la boda de la hija o el bautizo del nieto. Viendo como se las gastan, y no sólo en el cine, inquieta la cantidad de enemigos que se está creando el pontífice, y muchos de ellos de la peor calaña. Una crítica a la mafia de Juan Pablo II hace veinte años acabó con la explosión de varias bombas en iglesias en Roma y con el asesinato de un sacerdote en Palermo, pero a Francisco no parece darle miedo nada e igual arremete contra los mafiosos que contra los curas pederastas o contra los fastos de la Iglesia. No sé a ustedes, pero a mí este hombre cada día me gusta más.

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