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Antonio Sempere

Conmoción

Cualquier conocedor de los contenidos de La 2 actual, por poco que sepa de televisión, aprecia que allí reside el único islote de buen gusto. Fulminarla es un acto irresponsable. Convertir La 2 que conocemos hoy en otra cosa, contenedor de baloncesto, ciclismo y balonmano mediante, es carecer de una mínima sensibilidad hacia el concepto de televisión como servicio público. Por lo que no cabe en cabeza sensata tamaño despropósito.

La 2 vuelve a vivir una crisis de identidad. Esta vez, va en serio. Anuncian que Teledeporte desaparece como tal y se incrusta en su parrilla. Lo que supondría la eliminación del único canal cultural en abierto. Recordemos que en principio este Canal Cultura se programó dentro de las temáticas. El invento se desmontó estando todavía en pruebas. Alguien decidió reconvertir La 2, liberada de publicidad, en ese contenedor de cultura y participación ciudadana. Y así hemos estado durante los últimos cuatro años. Hasta que la espada de Damocles vuelve a pender sobre nuestras cabezas.

Si la hipotética nueva programación del canal resultante de esta extraña fusión consistiera en emitir de 12 de la noche a 12 de la mañana deporte y de 12 de la mañana a 12 de la noche cultura, siendo nefasto, los espectadores sabríamos a qué atenernos.

Pero teniendo en cuenta la fuerza de los directos deportivos y la energía con la que van a impulsarlos tanto los responsables del negociado como los jefes de la casa, miedo da imaginar hasta qué punto la parrilla de La 2, en esta nueva etapa, quedaría irreconocible.

Alguien debe parar a los gestores. Que intervenga la Defensora del Espectador antes de que se consume una catástrofe. El año 2016 nuestro canal debe cumplir sus 50 años tal y como lo conocemos.

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