Cuando se mueren grandes personas que han pasado desapercibidas, su marcha se convierte en una doble pérdida. Este ha podido ser el caso de Marguerite Ann Johnson, aunque todos la conocían por Maya Angelou. Lo digo porque al no estar traducidos sus libros al castellano, ni conocer la vida de esta audaz norteamericana negra, su muerte acaecida el pasado 28 de mayo puede haber sido apenas un rayo de luz que no ha transmitido la luminosidad de su vida octogenaria, una vida extraordinaria como artista de la cultura y ejemplo de afán de superación. Ojalá pronto dispongamos de sus libros traducidos, sobre todo su poesía y la novela autobiográfica Sé por qué el pájaro enjaulado canta.

Alcanzó una popularidad inimaginable para cualquier mujer y negra. Logró el éxito como cantante, bailarina, actriz, directora de revistas, poetisa y novelista. En casi todas sus obras denuncia el racismo, y exalta el valor, la perseverancia, la supervivencia y la autoestima. Recibió en vida más de 50 premios y títulos honoríficos, e incluso llegó a leer un poema suyo en la toma de posesión del presidente Clinton. Y por su compromiso social, el presidente Obama le concedió en 2011 la medalla presidencial por la Libertad, el mayor honor civil para una estadounidense.

Maya Angelou creció en un ambiente desgraciado. Cuando todavía era una niña, fue violada por el que era novio de su madre, a la que agredía bárbaramente. Tanto sufrimiento originó un trauma que degeneró en un mutismo patológico durante cinco años. Se quedaría embarazada de un desconocido cumplidos los dieciséis, viviendo una década en lo peor de la segregación racial. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, y con el hijo a su cargo, se buscó la subsistencia con una vida de película. Las cosas cambiaron en 1951 tras casarse con un músico aficionado que le introdujo en el mundo del espectáculo como bailarina y cantante.

A partir de 1959 se implica en la lucha por los derechos civiles llegando a ganarse la confianza de Martin Luther King. Vivió en primera línea el proceso de la independencia de los Estados africanos conociendo en Ghana a Malcolm X. Protestó por tanta injusticia cuando se instauró el movimiento de derechos civiles, convencida de que se podía conseguir que todos, sin exclusiones, tuviesen una oportunidad para vivir con dignidad.

Maya Angelou fue capaz de adaptarse tanto al mundo universitario como a los medios de comunicación. En 1979 se hizo amiga de una desconocida presentadora de Baltimore, Oprah Winfrey, que se transformó en su discípula y cuando alcanzó el estrellato mediático, se convirtió en su gran apoyo. Desde los ochenta, ejerció como conferenciante y profesora de literatura en la Universidad Wake Forest, en Carolina del Norte. Sus libros eran lectura obligatoria para muchos estudiantes aunque también fueron rechazados por algunos padres conservadores por el realismo con el que escribía la violencia y la sexualidad. Pero pocos discutían el respeto al mérito de sus logros. Sin embargo, yo me quedo con las muchas lecciones de vida que esta mujer apasionada y carismática nos ha dejado escritas; como muestra, un botón: «He aprendido que justificar nuestra supervivencia haciendo daño constantemente nunca puede traer felicidad. Es feliz aquel que arriesgó su vida por alguien y supo tender la mano en el momento oportuno».