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Una vez más, las Hogueras

Un año más asistimos a esta fiesta tan peculiar, manifestación popular de una de las inquietudes básicas del ser humano, la necesidad de crítica burlona. Una acción efímera, ¿catártica?, en cuanto espejo deformante que quemamos para superar nuestra cara más grotesca. Manifestación que participa de algunos de los principios que el arte contemporáneo busca y de-

sarrolla con verdadera fruición, como la interacción colectiva. Pero con la crisis vemos cómo se evidencia más el deterioro en el que está cayendo la creación de Hogueras, desde hace ya tiempo, en su cesión al estereotipo vacío de contenido y falto de vitalidad. Las formas son repetitivas, las imágenes suelen ser caducas sin nervio expresivo. Los vecinos no se identifican especialmente con su estética, siempre la misma y la sociedad no lo es. Se ha entendido el paso de la tradición a la modernidad únicamente geometrizando las formas. También es más barato, y más sencillo, tallar el porespam y construir a base de bloques y planchas, que modelar en barro, hacer moldes, sacar el vaciado?, aunque también más tóxico y mucho menos vistoso, la ceremonia del fuego da paso al deslucido humo negro. Pero el principio de geometría, la vuelta a las formas básicas, no es suficiente para conectar con la modernidad si no se profundiza en la creación de una imagen propia que haga cambiar el concepto. La tradición que habla de normas de las que no se puede salir pesa mucho. Pero si volvemos la mirada a los orígenes de esta fiesta en Alicante, nos encontramos con que fueron los artistas plásticos Varela, Gutiérrez, Carrillo... los que le dieron su identidad.

Artistas como Gastón Castelló, que ya en los años treinta geometrizó y estilizó las figuras. Artistas que al mismo tiempo que podían hacer un retrato académico perfecto, podían ironizar, caricaturizar, crear una imagen diferente. Hábiles dominadores de las técnicas de taller, crearon y promovieron las formas del Ninot y la Foguera en Alicante. La Hoguera debe ser permeable a todo este tráfico entre diferentes referentes. Los jurados tienen que tener una mentalidad más abierta y compartir la visión de otros especialistas, sus criterios y valores artísticos. Pues si la distancia con el público es cada vez mayor, no es por ser un lenguaje excesivamente complejo, que es lo que pasa con el arte contemporáneo, sino por estar vacío de significado, de pulso, de actualidad. La salida de la Hoguera es volver a los inicios, volver a reclamar la participación de los diferentes profesionales del arte. Pero buscando la colaboración, es decir, llevar la idea, el diseño del artista, su conocimiento de técnicas de construcción, en confluencia con la dirección del maestro foguerer en la construcción de la hoguera. No hacer una escultura de artista, sino una Foguera, una instalación popular. Un verdadero encuentro entre foguerers y artistas, un debate abierto, sería muy emocionante como posibilidad de creación de la Fiesta para todos.

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