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Bartolomé Pérez Gálvez

País de narcos y proxenetas

Con una medida un tanto esperpéntica, por más que técnicamente pueda ser correcta, la Unión Europea va a favorecer que nuestra economía despegue de una vez por todas. En septiembre, cuando entre en vigor el nuevo sistema de cálculo del Producto Interior Bruto (PIB), España crecerá un 4.5% de la noche a la mañana. Sin esfuerzo alguno, sin modernizarnos, sin modificar en absoluto nuestra estructura productiva. Vaya, como las dietas milagrosas. Basta con seguir haciendo lo de siempre. Se trata, simplemente, de contabilizar la ¿riqueza? generada por el tráfico de drogas, la prostitución y el contrabando. Así lo recoge el nuevo Sistema Europeo de Cuentas Nacionales y Regionales de 2010 (SEC 2010). Y, en esto, somos una potencia mundial.

Todo vale para engrosar la contabilidad nacional y, de ese modo, jugar con el margen de maniobra que permite el déficit público. Eso sí, esta vez no le casquen a Montoro que la idea no es atribuible al ministro, sino a los sabios de la economía europea, que ya venían barruntándola desde hace casi veinte años. Con el solidario esfuerzo de camellos, proxenetas y contrabandistas, Europa crecerá un 2.4% en términos globales. Y nosotros, en septiembre volveremos a ser ricos por obra y gracia de la delincuencia organizada. Cuestión de cuidar a esta buena gente.

Se impone el maquillaje de los datos macroeconómicos sobre el respeto a las normas sociales, a la libertad sexual y la dignidad de las mujeres, y a la salud pública. Si queremos que la economía del país crezca, necesitamos más prostitución y que aumente el consumo de drogas. Y no crean que estamos hablando de cuatro eurillos. En España, estos tipos de negocios duplican el PIB generado en su conjunto por la agricultura, la ganadería y la pesca. Pero traduzcan los términos económicos a la cruda realidad. Cuantas más mujeres sean sexualmente explotadas, más elevada será la posibilidad de que cumplamos con el objetivo de déficit. Y cuanto más se incremente la venta y consumo de drogas, mayor será nuestra capacidad de endeudamiento público. Hacía tiempo que no leía barbaridades de este calibre. Decididamente, algunos se están pasando de rosca en su afán por encontrar la cuadratura del círculo.

En Italia o Gran Bretaña, ya se han levantado las primeras voces clamando contra semejante burrada. Y, según leo en la prensa estadounidense, en la otra orilla del charco andan flipando con la ocurrencia europea. Por mucho que sean bienes o servicios, no es coherente integrarlos en el cálculo del Producto Interior Bruto, dada su ilícita procedencia. Desconozco cuál es el PIB que generará la mafia siciliana pero, a partir de que el SEC 2010 entre en vigor, constituirá un importante pilar de la economía italiana. Por estas tierras, después de dejar a un puñado de narcos en la calle hace un par de meses -gracias a no aplicar el principio de Justicia universal-, ahora los van a convertir en grandes accionistas del país. Sólo falta que acaben solicitando ayudas públicas para mantener el negocio porque, al fin y al cabo, si generan riqueza y puestos de trabajo, también tienen derecho a contar con el apoyo de las administraciones públicas. Claro que antes habría que solventar ese pequeño detalle de que se trata de actividades ilegales. Por cierto, desconozco si la corrupción política también servirá para fortalecer nuestro PIB porque, si así fuera, entre planes urbanísticos, EREs andaluces y Gürteles varios, habríamos encontrado la solución a todos nuestros problemas económicos.

La normativa europea convierte nuestras vergüenzas en virtudes. Por kafkiano que parezca, vamos a sacar beneficio de ser el país con mayor consumo de drogas a nivel mundial, el que más decomisos de estupefacientes registra en Europa y, de igual modo, el que encabeza el ranking de la explotación sexual en el viejo continente. Pues nada, que obtendremos rédito de lo que, hasta la fecha, había constituido un hecho diferencial bastante negativo. Eso sí, no deja de ser un reto importante porque, estando ya tan altos en estos escalafones, se hará difícil seguir incrementando el narcotráfico y el puterío. Cuestión de ponerse manos a la obra, que se trata de la economía nacional.

Vayamos por partes. En materia de drogas, un año más seguimos siendo inalcanzables. El Observatorio Europeo de Toxicomanías, en su último informe anual, destaca que el 40% de las incautaciones de drogas que se producen en territorio de la Unión Europea ocurren en nuestro país. Nada más y nada menos que 381.000 decomisos en el año 2012, bien lejos de los 226.000 registrados en el Reino Unido. Y no se trata de pequeños alijos, que en cantidades incautadas también mandamos. Dos terceras partes del cannabis que se pilla en el continente se decomisan en nuestro país, así como el 30% de la farlopa. Ni de lejos se nos acercan. En el año 2012, la policía española intervino alijos de cannabis, cocaína y heroína por un valor estimado de 2.700 millones de euros. Si consideramos que las cantidades incautadas en el mejor de los casos corresponde al 15% de lo que realmente circula en el país, el coste repercutido en el PIB alcanzaría el 1.8%. Solo contabilizando este dato, el gobierno habría cumplido con sus previsiones de crecimiento para el año actual.

Cambio de tercio y dirijo la mirada al otro gran pilar de la futura economía española: la prostitución. Si las cifras que circulan son ciertas, asustan. Más de 300.000 prostitutas aportarán sus ganancias estimadas -ya veremos bajo qué fórmula- para aumentar las cuentas nacionales. Ellas también contribuirán con su nada despreciable granito de arena para que podamos cumplir los objetivos del déficit que nos reclaman desde Bruselas. Ahora bien, seguirán siendo ilegales y sin derechos laborales reconocidos. En un país en el que algunos estudios indican que el 39% de los hombres han pagado por mantener relaciones sexuales, este tipo de servicio es un activo de indudable valor para el crecimiento económico de la nación. Pues a vacilar de ello.

Con tanto crecimiento económico, me preocupaba que acabáramos teniendo que aportar más dinero a la caja común. Pero no. Según el secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, el aumento previsto del PIB no obligará a nuestro país a aportar más fondos destinados a los programas de la Unión Europea. Faltaba más que, por contabilizar los supuestos rendimientos de actividades delictivas, aún tuviéramos que aportar más fondos con cargo al esfuerzo del honrado contribuyente. Porque, no lo olvidemos, los rendimientos de la prostitución, el tráfico de drogas y el contrabando computarán para determinar el PIB nacional, pero no se materializarán en ingreso alguno al tesoro público. Por cierto, Beteta ha estado un puntito simpático en sus declaraciones. Considera que así aparecemos ante el resto del mundo «de un modo más perfecto». Pues, en fin, si alardear de lo que aumenta nuestro PIB por el narcotráfico y la explotación sexual es ser «más perfecto», prefiero quedarme con una España algo más imperfecta.

Aquí falla algo ¿no?

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