Creo que después de tantos años hablando del derecho a la conciliación de la vida laboral y familiar por parte no sólo de las madres, sino también de los padres, y distingo lo de padre y madre por el hecho de que sigue siendo frecuente el hecho de que muchas personas piensen que lo de conciliar es cosa de mujeres y no de hombres, es decir que las mujeres somos las que debemos conseguir compatibilizar nuestro trabajo y nuestra familia, esto es que somos nosotras las que debemos llevar adelante la casa, los niños, los estudios de los niños, las coladas, los lavavajillas, barrer, fregar, hacer camas, llevar niños al cole, recoger niños del cole, etcétera, actitud que demuestra la posición cavernícola del que así piensa, me hace volver a indignarme porque, a pesar de que haya transcurrido tiempo más que suficiente para que todos estemos de acuerdo en que no sólo se pueda, sino que se debe conciliar dicha vida por ambos miembros de la pareja, va y resulta que, para facilitar lo de la conciliación, nos topamos, de entrada, con los horarios de los colegios.

Así nos encontramos que por arte de magia y, por supuesto con el visto bueno de los mandamases en eso de la educación, se decide, supongo que desde hace tiempo, que en junio el cole acaba a las trece horas. Esa decisión que parece tan sencilla se convierte en el mismo día de su nacimiento en un auténtico desastre para la familia afectada que tiene la suerte de tener un trabajo. En efecto, está por ver en qué trabajo se termina a las 12.30 horas para así poder conciliar la vida laboral y familiar y poder recoger al niño a las 13 horas en su cole. No conozco ningún trabajo con ese horario, por lo que ningún trabajador/a puede, sin pedir permiso, ir a buscar a su hijo a dicha hora, llevárselo a casa, darle de comer y quedarse con el niño el resto de la tarde para cuidarlo. Ni siquiera los autónomos pueden hacerlo pues si a las 12.30 horas de la mañana no están trabajando es que están en peligro de extinción.

¿Cómo puede ser que a estas alturas del siglo XXI, pasado ya el siglo XX, siga existiendo y por tanto tengamos que seguir hablando de la incompatibilidad de los horarios escolares con los horarios laborales? ¿Cómo puede ser que los chavales comiencen el cole a las 9 de la mañana cuando sus padres deben comenzar su jornada laboral a las 8? Ya sé que por las mañanas hay guarderías en las que se pueden dejar a los niños, pero eso cuesta dinero y no todo el mundo puede permitírselo. Me pregunto cómo se las apañan las parejas jóvenes para solucionar el «problemón» que el dichoso horario les crea en sus puestos de trabajo. Es evidente que la familia se pone en marcha enseguida y acude presta en la ayuda. Pero, ¿qué ocurre si no se tiene familia que te ayude?

Volviendo al tema de la familia, que es la que ayuda a sus hijos y nietos, lo cierto es que no es correcto que una sociedad democrática y de derecho y además, se supone, moderna, se sustente en la ayuda que prestan los jubilados a sus hijos para que se pueda dar cumplimiento a un mandato legal convertido en derecho de todos los ciudadanos, esto es la conciliación de la vida laboral y familiar. ¡Esto es, como en otros campos, una auténtica chapuza!

Debemos exigir que dicha conciliación sea efectiva, que no se puedan permitir horarios que interfieran en la convivencia pacífica de la pareja y en el trabajo y que se pene al que adopte medidas que impidan la conciliación familiar y laboral. No creo que sea tan complicado, la verdad.

Desde aquí animo a los concienzudos de los ministerios y consellerias correspondientes para que monten una mesa de trabajo a fin de garantizar el cumplimiento de un derecho al que todos y todas tenemos derecho, valga la redundancia.