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Arte y mercado

Hace muchas décadas que el arte dejó de ser considerado solo como la creación de una obra de contemplación, de cierta belleza, como una burbuja al margen de las relaciones sociales, económicas, políticas del momento. En la actualidad el análisis de un trabajo artístico también es el análisis de las condiciones que lo han hecho posible, y de las que posibilitan su proyección, su autonomía o solvencia para seguir su evolución en un futuro inmediato, integrado en una sociedad con capacidad o no para consumirlo. En el Centro 14 de Alicante, podemos ver la obra de la joven artista Carmen Cremades (Alicante, 1990), en el XVII Certamen Arte Propuestas, que convoca la Concejalía de Juventud, para apoyar a los jóvenes valores. En esta exposición, podemos apreciar la sólida formación que ha recibido en cuanto al análisis que hace del diseño del patronaje de telas, y los diferentes lenguajes que ha asumido, como el de la ilustración, la serigrafía, y las referencias históricas por las que ha transitado esta técnica, ya desde el movimiento Arts&Crafts, la relación arte y factura, los motivos de carácter naïf, la geometría, la estampación sintética japonesa.

Una exposición que en su inauguración coincidió con el mercado medieval, un evento comercial ya muy consolidado que recorre las ciudades españolas en esa reivindicación de lo artesanal, y que parte de su expresión creativa viene dada por la pintura directa sobre telas u otros materiales y las técnicas tradicionales combinadas con algunas de reproducción en serie. Un buen contraste para evidenciar en una sala de arte los lenguajes del arte, su análisis de las técnicas y conceptos que pueden dar lugar a un diseño elaborado, lógicamente también con capacidad para formar parte de un mercado incipiente, con consumidores más exigentes, como son gran parte de las nuevas generaciones de este país de formación mayoritariamente universitaria. Carmen Cremades juega con una concepción no clásica del elemento representacional, combinando el módulo geométrico con el gesto, o la fragmentación figurativa, para buscar esa relación con el público. Recurre a elementos pictóricos y a la enumeración de otros motivos clásicos del diseño, lo que podría evolucionar hacia un lenguaje plástico más complejo, dependiendo del entendimiento de estos lenguajes y de su definición.

Las escuelas de arte y estos certámenes están haciendo su labor en la promoción del conocimiento de los nuevos lenguajes, lejos ya de los conceptos o didácticas academicistas del XX, en un intento de que el futuro artista, diseñador, dibujante, pero también público en general, busque entre sus referencias, entre sus deseos e inquietudes, esa sinergia entre la historia y su presente más inmediato. Una necesidad de presente que lógicamente debería ser correspondida con una industria que, como en otros países, sea capaz de nutrirse de esta formación y creatividad, introduciendo así los gustos y exigencias de las nuevas generaciones en los productos de diseño, dando lugar a la divulgación de estos valores culturales en un consumo mayoritario.

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