No hace tanto que nos vendieron que Alicante iba a ser el Hollywood europeo. Hasta los más escépticos llegamos a caer en la tentación de creer -o, más bien, querer creer- que semejante quimera podría convertirse en realidad al ver aterrizar por estas tierras a rutilantes estrellas mundiales del cine. Fue sólo el sueño húmedo de una noche de verano, un espejismo tan pasajero como megalómano que se pagó, eso sí, a golpe de talonario y a cuenta de las arcas públicas, como tantos otros grandes proyectos de esta nuestra Comunidad, que diría Juan Cuesta.

Los que en su día advertimos con sorna de que los espectaculares platós de Ciudad de la Luz acabarían sirviendo como secaderos de jamones o chorizos, no por el proyecto en sí, sino por cómo fue pergeñado y en manos de quien se puso, fuimos acusados por parte de los entonces dirigentes políticos del complejo -no los hubo de otra índole- de agoreros y de no desear un futuro próspero y rico para Alicante.

Tras infinidad de vicisitudes y escándalos varios, Ciudad de la Luz es hoy otro juguete roto más. Un carísimo juguete roto.

Alicante y cine son dos palabras que hoy se dan la mano poco más que en un festivalito con ínfulas, pero que, por suerte, no es que no traspase los límites de la propia ciudad, sino que apenas cala en la misma y es cuestionado hasta por su propio jurado.

El cine y la televisión, que tanta gloria nos iban a dar, han sido abandonados de un plumazo como posibles motores de nuestro turismo. Últimamente el punto de mira y los esfuerzos se dirigen a captar cruceros, adinerados rusos y campeonatos del mundo de veteranos de tenis de mesa. Que bien está, oiga, pero ¿estamos bien despiertos? ¿Nadie se ha dado cuenta de que en los últimos tiempos está en boga el turismo cultural en general y, más concretamente, el turismo relacionado con el cine y las series?

Uno de los ejemplos más recientes lo encontramos en Euskadi y Navarra donde, al hilo del arrollador éxito de Ocho apellidos vascos, han creado una ruta turística por las localizaciones del rodaje que, como ahora se suele decir, lo está «petando».

Y a nadie le vamos a descubrir el boom turístico de los lugares que pisa la producción de Juego de Tronos, una de las series más aclamadas de los últimos tiempos. Irlanda del Norte, Croacia, Marruecos, Islandia y Malta se están forrando. Legiones de fans de la serie están peregrinando en sus vacaciones para visitar los escenarios de esta ficción de la HBO.

Hace poco se ha sabido que la cadena estadounidense busca localizaciones en España para su quinta temporada. Andalucía está en negociaciones. De concretarse le supondría un beneficio económico de 100 millones de euros, se daría trabajo a 6.000 personas y el turismo crecería un 32%, como ha ocurrido en Belfast. En Dubrovnik, el turismo ha mejorado un 28%: 700.000 personas han viajado hasta allí por el fenómeno de los Siete Reinos. En el caso de Islandia ha sido del 18%.

Que una serie así te elija como localización es como que te toque la lotería a efectos de promoción turística. Pero para que te toque la lotería, amigo, hay que comprar el boleto.

¿Algún responsable de Turismo de esta nuestra ciudad, provincia o Comunidad ha pensado siquiera en elaborar una propuesta de localizaciones y remitirla a la HBO, habida cuenta de que los recursos audiovisuales, el soporte técnico, los incentivos fiscales y la infraestructura hotelera -factores todos ellos que ayudan y mucho a decantar la balanza para los productores- los tenemos ahí?

Sevilla, Córdoba o Granada tienen atractivas localizaciones, nadie lo va a negar, pero la provincia de Alicante tiene mar, montaña, llanuras, calas, acantilados, playas, castillos medievales, torres y fortificaciones, cuevas, palacios, monasterios, catedrales, fincas, espacios naturales...

¿Acaso no encaja la fisonomía de castillos como el de Santa Bárbara en Alicante, el de Dénia, Biar, Petrer, Banyeres o Villena para alguno de los Siete Reinos? ¿Y la isla de Tabarca? ¿Las fortificaciones de Guadalest? ¿Las cuevas de Canelobre? ¿Los árboles centenarios de Canalejas? ¿El Palmeral de Elche? ¿El Peñón de Ifach? Etcétera, etcétera...

De la Alicante Film Office, creada en su día para captar rodajes, se tiene la última noticia en enero de 2012. Así nos luce el pelo. Y eso que los Lannister y compañía tendrían mucho que aprender de nuestra «casta» autóctona.