stás en el centro de Alicante y de repente en una cafetería escuchas hablar francés. Entras en una perfumería de la avenida del Dr. Gadea y delante de ti, unos clientes compran cremas y colonias alternando entre ellos el árabe y el francés ante una vendedora que domina con destreza el francés. Hablas con un gerente de una inmobiliaria del centro y te confiesa que los idiomas que más utiliza en su negocio son el ruso y el francés. En las pizarras de las cafeterías de la Explanada, se anuncia la carta en árabe. Es una realidad, en los últimos tiempos, los clientes procedentes de Argelia aumentan en nuestra provincia. Cafeterías, comercios Halal y de Import-Export reflejan que en los aledaños de la Plaza Balmis, el ir y venir entre Argelia y Alicante, es palpable. La cercanía geográfica está ahí; Alicante está más cerca de Orán que de Madrid; el Ferry que sale de Alicante es el punto de conexión por mar entre Europa y Orán; los vuelos directos aumentan con nuevas compañías que se apuntan a esta nueva ruta entre el Sur de la península y el norte de África.

Y esto no es nuevo, refleja la cercanía histórica existente entre Argelia y Alicante y más concretamente con Orán. Hace tan sólo unos días, con motivo del 75 aniversario de la finalización de la Guerra Civil, unas 80 personas quisieron rememorar esa travesía simbólica en la que un carguero inglés, el Stanbrook, acogió a casi 3000 republicanos que huían de la represión franquista en un viaje organizado por historiadores, asociaciones y la Comisión Cívica de Recuperación de la Memoria Histórica de Alicante, recordando que la Historia es la que es, y que este episodio también ha contribuido a mantener y a potenciar la huella española en Orán. Orán, se convirtió en una tierra de exilio. Orán la española, Orán una ciudad cercana culturalmente en la que hasta el árabe que allí se habla está salpicado de palabras españolas. Así lo refleja, por ejemplo, la novela del escritor oranés afincado en París Yahia Belaskri «Une longue Nuit d'absence», cuyo protagonista Paco, de origen andaluz, llega en barco a Orán procedente de Alicante.

En los años sesenta, Alicante acogió a una importante población procedente de Argelia que huía del conflicto bélico que se inició para alcanzar la Independencia del país; ello contribuyó a una internacionalización de la Ciudad que, por entonces, daba muestras de un cosmopolitismo mayor que el de las ciudades de su entorno. En esos años, se instala La Mission Laïque Française, prueba de que había una fuerte demanda de una enseñanza internacional, de corte laico -de la que también se benefició la ciudadanía alicantina-, y de la llegada de un importante número de familias que decidieron asentarse en esta ciudad con el consiguiente desarrollo económico, cultural y social de una burguesía procedente de Argelia. La relación entre Alicante y Orán aparece de manera reiterada en la literatura argelina que se escribe en francés. Es más, el autor argelino con mayor reconocimiento y prestigio internacional, Yasmina Khadra, -hasta hace poco director del Centro Cultural Argelino en París- tiene previsto fijar su residencia en Alicante. Les recomiendo cualquiera de sus novelas, especialmente «Lo que el día debe a la noche» de la que existe una preciosa versión cinematográfica. Con ella, paralelamente a la bella historia de amor que narra, aprenderán cuánto dolor e injusticia producen las guerras. Y es que la literatura permite ahondar en los matices de la afectividad y las emociones y desmonta las aseveraciones simplistas y reduccionistas que a menudo se ofrecen sobre los conflictos bélicos.

En la actualidad, cuando la crisis económica azota nuestra provincia, Argelia se ha convertido en un socio prioritario para las empresas alicantinas. La historia es caprichosa, se alterna y depara sorpresas. Con ello, la lengua francesa, una de las lenguas de comunicación junto al árabe en el país vecino, recobra interés por parte del empresariado. Nuestros jóvenes emprendedores miran del otro lado del Mediterráneo a un país francófono, que no pertenece a la UE pero que tiene más similitudes con la cultura mediterránea que muchos países del norte de Europa. Argelia es hoy un país que, en palabras del Embajador de Argelia en España, presenta «oportunidades de oro». Y ahí va mi última reflexión. Es mucho más fácil emprender negocios si se conoce el idioma, la cultura, la historia. Además de las áreas que presentan ya una importante demanda (construcción, arquitectura, ingeniería?), sólo pueden surgir nuevas modalidades de colaboración si se comparte algo más que una necesidad económica. Exceptuando el sector económico, Argelia es una gran desconocida para la ciudadanía alicantina en general. Que la curiosidad que suscita Argelia no quede reducida al interés económico y empresarial sino que vaya acompañada de un mayor conocimiento de nuestra historia común, que contribuya a erradicar estereotipos y fomente una mayor integración de una comunidad que aumenta en nuestra ciudad y en nuestra provincia a un ritmo considerable. Y esto pasa, inexorablemente, por intensificar las relaciones culturales y humanas.