Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Anestésico óptimo

EL REY DESNUDO

Todas las razones que se apelotonan desde hace unas horas para explicar la abdicación del rey son estimables: deterioro físico, pérdida de prestigio tras un exceso de borboneo al que los medios informativos habían retirado la impunidad o la crisis política que aconseja el remozamiento de algunas instituciones. Lo inverosímil es que no haya sido impulsada o aprobada por los dos partidos políticos; desde luego, no es una decisión personal del rey, tal vez vinculada a un proceso de reforma constitucional que comienza a pactarse entre gobierno y oposición. Vendría a decirse que el cambio de régimen puede ser aprovechado con una sucesión en la jefatura del Estado que de una parte haga visible la nueva etapa y de otra legitime a la Corona. Queda la incógnita del momento elegido, una semana después de las elecciones europeas que han rubricado una tenebrosa hoja de ruta. Y la explicación sólo puede ser el mundial de fútbol, un anestésico óptimo para que el debate entre monarquía y república se diluya en el más visceral entre Diego Costa y Fernando Torres.

DUDA EXISTENCIAL

La «marea republicana» era efectivamente una marea: ha durado doce horas. Anoche hubo concentraciones más o menos tumultuosas en muchas ciudades pero hoy la algarabía ha menguado hasta niveles de vigilia pascual, desvaneciéndose en la rutina de peatones que sienten un entusiasmo perfectamente descriptible por las grandes cuestiones filosóficas. Tienen mayor calado las piruetas de la izquierda parlamentaria para no verse desbordada por el mariachi de Pablo Iglesias, que hoy apenas ha ocupado veinte horas de tertulias y que cada vez que abre la boca (y la abre con frecuencia) acentúa el ceceo de Cayo Lara y provoca en la vieja guardia del PSOE un brote esquizofrénico del tipo «republicanos de corazón y monárquicos de adopción». Siempre al quite inoportuno, Rodríguez Zapatero se ha parafraseado a sí mismo: «La república también es un tema discutido y discutible».

EL CIRCULANTE

Mientras en España desempolvamos documentales sobre los años treinta del siglo XX y discutimos con total seriedad si Rajoy debe dimitir para que el nuevo rey lo proponga como presidente de Gobierno, el resto de Europa se aburre bajando los tipos de interés, una actividad tediosa con demasiados decimales y muy poca lírica. La decisión del BCE de hundir el precio del dinero se complementa con un gravamen a quienes se resistan a favorecer el crédito. La pretensión es que los consumidores se animen a endeudarse y que a quienes deben prestar les resulte oneroso no hacerlo. Es un asunto forzosamente complejo que, como redactar una Constitución o programar el ordenador de Hacienda, la muchedumbre delega en expertos con la benévola esperanza de que por una vez acierten. Supongo que la primera reacción de la banca española será reunirse para encontrar la manera de repercutir las novedades en sus clientes y salvar el dividendo.

AVATAR

No sé si esos historiadores catalanes que están reescribiendo el dietario de cuatro siglos han caído en la cuenta de un paralelismo tan inquietante como sorprendente entre 1.714 y 2.014. Entonces, el presunto adalid de la patria catalana, Rafael Casanova, escapó de la Barcelona asediada por las tropas de Felipe V; hoy, Artur Mas, el adalid mucho más presunto de una nación sin estado, ha anunciado que no podrá asistir a la coronación de ¡Felipe VI! por problemas de agenda, que es la excusa protocolaria de la gente con pedigrí como una cita con el podólogo lo es para el resto de mortales. Artur Mas también huirá de un rey Felipe ante la certeza de que su presencia en Madrid se interpretaría como una capitulación y su ausencia como un desplante hostil de justificación imposible para miles de catalanes sensatos. Ni traidor ni derrotado como Casanova, Mas vuela a Nueva York para entrevistarse consigo mismo tras nombrar a Duran Lleida delegado de la Generalitat en Madrid para bochornos institucionales.

TIEMPOS MODERNOS

Comparto mañana en la delegación de Hacienda con cien compatriotas cuyo primer problema administrativo es la máquina que asigna los turnos. Como nadie sabe exactamente qué hace allí, también ignora para qué mostrador debe tomarlo. Dos funcionarios exquisitos se afanan en desbrozar tanta confusión hasta que aparece un señor con las manos a la espalda que literalmente viene «a que le hagan la renta». Inútil explicarle conceptos como «cita previa», «documentos imprescindibles» y demás. No es que los españoles hayamos llegado tarde a la informatización: también tenemos problemas con las citas previas y con los documentos. Y con los detectores de metal. El de la entrada ha comenzado a humear tras repasar por decimoquinta vez a una señora que ingenuamente cree que las culpables del escándalo son sus empastes de oro. Dice la prensa que los jugadores de la selección española cobrarán 720.000 euros si ganan el mundial e inmediatamente saco cuentas de cuántos detectores de metal podríamos comprar si nos eliminase Australia. Todos.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats