Llevo tiempo defendiendo que la salida a la crisis en la ciudad de Alicante la encontramos en el comercio y turismo. Vivimos una situación de emergencia y estos sectores, en los que lo hacemos bien, deben ser el bote salvavidas que nos lleve a la orilla de la recuperación. Ahora bien, montados decididamente en ese bote, debemos afrontar con seriedad el futuro de la ciudad. No me gusta hablar de modelo de ciudad, esa tan manida expresión que los opinólogos de siempre sacan a colación en cuanto pueden, mostrando más sus limitaciones intelectuales carentes de otra idea que los lugares comunes. Prefiero hablar del futuro de la ciudad y de la suma de muchos pequeños modelos, eso sí, todos alineados para conseguir el fin común del progreso, estabilidad y bienestar de la ciudad.

Una pieza principal de ese puzzle de futuro debe ser la industria. Sé que en el PP de Alicante no piensan igual. Ese ilustre concejal, adicto a los coches oficiales, aspirante a todo y solucionador de nada que es Carlos Castillo, dice que Alicante nunca ha tenido industria y que es inútil apostar por ella. Quizás Altadis, Coca-Cola o Alcoa sean figuraciones mías. No existe sociedad avanzada y de progreso que no disponga de una industria potente. La propia UE manifiesta que en el futuro la industria debe suponer como mínimo un 20% del PIB de la sociedad correspondiente, por ello ni podemos ni debemos renunciar a ella. Ahora bien, seamos realistas, tras 20 años de desprecio absoluto por parte del Ayuntamiento del sector industrial no pretendamos que de la noche a la mañana vengan industrias a establecerse en nuestro municipio, porque no lo van a hacer. No lo van a hacer porque hay municipios vecinos que han tratado y mimado mucho este sector, como por ejemplo Elche sin ir más lejos, que dispone, quizás del mejor parque industrial de España, fruto de distintos gobiernos socialistas en el Ayuntamiento que frente al amiguismo y amor por la especulación del Ayuntamiento alicantino apostaron decididamente por crear las condiciones necesarias para que las empresas apostaran por Elche. Si una empresa se quiere instalar en nuestra provincia y decide visitar nuestros polígonos (Atalayas, Pla de la Vallonga, Aguamarga, Llano del Espartal, etcétera) y el parque industrial de Elche, ¿dónde creen ustedes que se establecerán? Está claro, ¿no? Por eso tenemos que ponernos a trabajar, no para este año ni para el año que viene, sería irreal, sino para dentro de 10 o 15 años. ¿Les parece mucho? Pues está ahí al lado. Tenemos que empezar a diseñar el Alicante del 2025, del 2030 y 2040, el Alicante que queremos dejar a nuestros hijos e hijas. Un Alicante que dé seguridad y confort, no solamente a las empresas que quieran apostar por nuestra ciudad para crear trabajo y riqueza, sino para que generaciones venideras puedan tener un futuro en su ciudad, teniendo claro qué profesiones y/o carreras elegir para seguir residiendo en la misma, para que la incertidumbre no les ahogue.

Y mientras, ¿qué? Pues aliarnos para salir más fortalecido de la crisis. Llevo también años defendiendo una conurbación con Elche. Si nos uniéramos seríamos, en un radio de 25 kilómetros, una población de 600.000 personas, con un puerto, un aeropuerto, dos universidades, el mejor parque industrial, magnífica planta hotelera, etcétera. Nos convertiríamos en un foco de atracción de inversiones imparable en nuestra zona, con gran creación de empleo. Pues bien esto que parece evidente no ha sido posible en los últimos 19 años. Quizás por haber estado 16 años con gobiernos de distinto color y en los últimos tres porque las dos máximas regidoras, ambas populares, luchan entre ellas por ser reinas del sur, y en nada les importa el futuro de sus ciudades.

Quitémonos el paletismo absurdo de querer ser más que el vecino y empecemos a trabajar juntos. Si algo nos ha enseñado esta crisis es en la dificultad de salir solos. Dejemos de mirar hacia abajo y miremos a los lados, demos la mano a quien está cerca y avancemos. Si quieren, una vez en tierra, que cada uno haga su camino pero ahora es necesaria la cooperación.