Nos gustan más las historias oscuras que las claras, como nos gustan más las casas con sótano que sin él. Preferimos, en fin, las novelas con sótano y las noticias con trastienda. Lo que hace a Shakespeare grande es el sótano, que ni siquiera aparece en sus obras porque se trata de una construcción mental aportada por el lector. Tú pon las cortinas, que el lector ya se encargará de imaginar quién se esconde detrás. Todo esto no tiene nada que ver con la abdicación del Rey, de momento al menos. Tiene que ver con la liberación, por parte de los talibanes, del sargento Bowe Bargdahl a cambio de cinco presos que permanecían sin juzgar en Guantánamo. En Guantánamo, por cierto, los sótanos están al aire libre, por el calor.
La parte oscura de la historia es que, al parecer, el sargento había desertado de su batallón durante la noche. Según fuentes militares, algunos de sus compañeros murieron buscándolo. Se añade al extraño suceso el hecho de que el hombre no estaba muy contento en Afganistán. Se lo contaba a su familia, pero se ha enterado todo el mundo. Ahora bien, ¿cómo permanecer contento en Afganistán? No es probable que le juzguen por falta de entusiasmo, pero podría darse el caso de que, después de haber negociado durante años su liberación, lo condenaran ahora a muerte por desertor. De momento, el Ejército lo tiene retirado y protegido en una base de Alemania. Ni su familia ha podido verlo. Ignoramos si han comenzado los interrogatorios.
Decíamos que nos gustan más las historias oscuras que las claras y aclarábamos, para evitar confusiones, que no nos referíamos a la abdicación del Rey, transparente según todos los medios. El caso es que el sargento Bowe Bargdahl podría haber regresado talibán, lo mismo que el protagonista de Homeland. O mejor aún: medio talibán. Aquí es donde aparece el sótano, donde se intuye la trastienda, donde comienzan a moverse las cortinas como si se ocultara alguien detrás. Aquí hay una novela de la que los republicanos no se enteran. O sí. Ese hombre ha permanecido cinco años en manos de expertos lavadores de cabezas. No sabemos si han liberado a un desertor o a un héroe, pero es evidente que han soltado al novelista que todos llevamos dentro.
