Con los resultados de las Elecciones Europeas todavía calientes, casi en el horno, me encuentro, casi sin haber tenido tiempo de respirar, con el anuncio de la abdicación del Rey.

Lo cierto es que no daba crédito a lo que estaba pasando. Sinceramente, no me pareció que fuera el momento oportuno para hacerlo ya que, todavía estábamos todos los españoles digiriendo los resultados de dichas Elecciones que, indudablemente, abren de par en par unas puertas inmensas a nuevas fuerzas políticas votadas en las urnas y, por tanto, tan válidas como los partidos consolidados, para que a ello se añadiera un nuevo capítulo nunca vivido, esto es un Rey que abdica, hecho éste que nunca habíamos conocido.

Lo cierto es que tanta precipitación de acontecimientos, al menos desde mi punto de vista, provocó que me pusiera a meditar en cuales podían ser los motivos que aconsejaban la concatenación de tanto anuncio importante. ¿Acaso se quiere esconder el fracaso de los partidos mayoritarios en las elecciones que acabamos de pasar? Quiero decir que en el caso de que el Rey se hubiera esperado para abdicar un poco más de tiempo, las tertulias estarían abriendo y cerrando con un mono tema: el fracaso del bipartidismo y el análisis de los resultados obtenidos por otras fuerzas políticas que, siendo minoritarias, han conseguido unos resultados que, creo yo, han debido poner la mosca detrás de la oreja, o al menos eso debiera ser, a los grandes partidos, especialmente al Partido Popular y al Partido Socialista.

A pesar de que así fuera, es decir que se haya decidido que el Rey anunciara su abdicación para evitar seguir hablando de partidos minoritarios y de nuevas figuras políticas, lo cierto es que me parece que este hecho debería de haberse producido transcurrido un tiempo prudencial para que todos los españoles pudiéramos digerir adecuadamente los resultados de las Elecciones Europeas y analizar pausadamente las consecuencias. Observe el lector que desde el anuncio de la abdicación todas las tertulias han entrado en barrena a estudiar las consecuencias de la misma en referencia al Rey con preguntas tan transcendentales como si el Rey abdicado seguirá siendo Rey e inviolable o no, o a debatir el tratamiento que tendrá, a preguntarse si pasará a ser Príncipe y así un largo etcétera de frivolidades que, la verdad, me dejan sorprendida.

Para mí, y creo que para la mayoría de los españoles, me es indiferente si el Rey sigue siendo rey o príncipe o gran duque. Lo que sí me preocupa son las consecuencias de la abdicación en un momento en el que todas las instituciones del Estado están bajo sospecha, incluida la monarquía. En efecto una minoría quiere abrir el debate sobre la modificación del Estado para convertirlo en una República. Pero claro, para ello, habría que modificar la Constitución siguiendo las pautas que ella misma establece, esto es una modificación con votación en el Parlamento, la disolución de las cámaras y de nuevo elecciones. Y eso lleva su tiempo, un tiempo que puede ser mal interpretado y acabar provocando una gran inestabilidad política y social.

Si la abdicación se anunció tan precipitadamente por motivos de salud del Rey, tampoco debió hacerse así pues hemos tenido a un monarca ingresado muchas veces y de baja laboral también y la monarquía ha seguido funcionando con la sustitución correspondiente por parte del heredero de la Corona. Debo añadir que según dicen algunos medios de comunicación, la decisión de abdicar era conocida desde hace cuatro meses por el Gobierno, la oposición y los expresidentes, con lo cual los motivos de salud caen por su propio peso.

No se me ocurren más motivos que los dos expuestos con antelación. De la lectura de los mismos debo concluir que me convence más el primero y que, por eso, me parece mayor el error pues creo que los resultados de las Elecciones Europeas deben ser digeridas no sólo por todos los españoles, sino, y muy especialmente, por los partidos políticos afectados, pues es evidente que contienen un mensaje claro y diáfano dirigido al Gobierno y a la oposición.