Me desvirgué electoralmente el otro día al convertirme en apoderado de mi partido político. Fue una experiencia orgásmica. Pero de las ligeras. Aprendí tantas cosas, que me gustaría compartirlas con ustedes.

Me tocó en el barrio que me vio nacer, las 300 viviendas de Elda. Allá donde había jugado en la calle, pues entonces no había ni consolas ni móviles, ni dispositivos mentirosos, y nos dedicábamos a ejercer la sana costumbre de quedar en la tierra a jugar a las canicas, a la leva, a churro, media manga, mangotero, o romper algún que otro balón. Eran tiempos de pandillas callejeras, sin violencia. Fue, y no volverá a ser.

Cuando entré en el colegio electoral para constituir las mesas me encontré con un defecto que deberíamos cambiar. Hay que profesionalizar los cargos de las mesas. Dejarse de sorteos. Habría mucha gente, desde universitarios, de formación profesional, o parados, que gustosamente se apuntarían a un cursillo para ejercer de presidentes y vocales de mesa. Lo harían sin tener que explicarles muchas cosas, que habrían aprendido antes. Evitaríamos, también, el que a una madre con tres hijos, separada, y sin nadie en casa, la hiciésemos pasar todo el domingo enchufada a una urna como si no existiese la familia. Con el quebranto que supone dejar a los churumbeles solos. Hay que cambiar eso.

Cuando vi lo que se les pagaba, entendí que, además era una injusticia. Ni llegaron a 70 eurillos. Póngase 100 euros para cada uno y pídanse voluntarios. Se realizará mejor la faena y ayudaremos a gente que lo necesita. Porque veía el viernes, en nuestro periódico, que policías y bomberos que van a trabajar en Hogueras se van a levantar más de 300 euros por jornada. ¿No les parece que el que nos ayuda a ejercer el voto es igual de útil que el bombero o el policía en Hogueras? Para pensarlo.

Todavía quedan muchos tics del pasado. Que los partidos tradicionales todavía tengan un interventor en cada mesa, como si se fuese a falsificar el acta o un voto, recuerda a tiempos pasados. No es necesario. Sí el apoderado que supervisa las anomalías. Pero tener a un adepto enganchado a un listado, tachando los que votan, me parece de la prehistoria.

También se hacen truquillos para que tus papeletas se vean más que las otras. Como si la gente no supiese lo que han hecho el Rajoy y el Rubalcaba. De hecho, a mitad de jornada, ya veía como la gente buscaba al tipo de la cara. El de Podemos se puso la foto en la papeleta a lo Jesús Gil y a lo Ruiz Mateos, que fueron los otros dos que se han puesto el jeto en la papeleta anteriormente. El compañero apoderado de Izquierda Unida se sorprendía de cómo el gentío se apoderaba de las papeletas de un tipo con coleta que sale en la tele y que nos quiere jubilar a los 60. Arreglaos vamos si estos tienen que arreglar esto.

Podemos ha sacado un resultado fruto de la mierda que han sembrado los dos grandes partidos. Incapaces de eliminar chorizos y comportándose como una casta. Pero el amigo de los populismos sudamericanos no lo arregla esto con asambleas callejeras. Al tiempo.

Mi desvirgue electoral ya se ha producido. Contemplar cómo la gente vota es una maravillosa experiencia de libertad. Ahora entiendo a los que dieron su vida porque las urnas fuesen expuestas. Aunque creo que se podrían cerrar los colegios a las 7 de la tarde. Que la gente se puede organizar en todas esas horas.

Siempre se vota lo que se quiere. Pero yo me alegro que los partidos nazis, xenófobos y racistas hayan sacado menos cero. Algo mejor tiene este país que todas esas masivas votaciones a lo putrefacto de la extrema derecha que ha acontecido en nuestra vieja Europa. Cada medio siglo se repiten escenas de reconquista por los fascistas. En las urnas derrotamos a los que gasearon a millones de judíos. Y en las urnas se derrotan a los populismos. Se ha votado con las heridas abiertas de un daño reparable. Porque la democracia tiene el antídoto contra la corrupción y los malos políticos. Yo no voté a Podemos. Creo que hay otras formas de hacer política. Podemos convencer a más gente de que hay vida sana sin Podemos.