H ace un par de semanas, el director de este periódico en su artículo dominical se felicitaba de la primera iniciativa conjunta desarrollada por los ayuntamientos de Alicante y Elche con motivo de la celebración de un torneo internacional de tenis de mesa, considerándolo como un primer paso hacia un escenario futuro de fortalecimiento de las relaciones entre las dos ciudades.

Las relaciones entre Alicante y Elche, y viceversa, son un tema recurrente que aparece según coyunturas y circunstancias, y que suele desaparecer sin apenas dejar huella. Diferentes proyectos territoriales y urbanísticos, públicos o privados, han venido planteando la cuestión: desde el triángulo Alicante-Elche-Santa Pola hasta aquello del PATEMAE, propuesta de acciones metropolitanas, surgido inicialmente como Plan del Territorio Metropolitano de Alicante (PATEMA), sin la «E» final, incluida más tarde tras la lógica indignación de los ilicitanos. El eje Alicante-Elche apareció también, con mayor o menor insistencia, en los diferentes Planes Estratégicos, redactados por la Generalitat, Cámara de Comercio y Diputación-CAM y de los que apenas ha quedado solo el recuerdo de alguno de los actos que los presentaron, como el multitudinario que tuvo lugar en el Club Información del redactado a instancia de la Diputación-CAM, presidido por los entonces presidente y director general, respectivamente, de ambas instituciones?

Parece que ahora, desde los gobiernos municipales de las dos ciudades, está emergiendo un clima de cooperación pero, de momento, es más mediático que real. En su conferencia en el Club Información a mediados del mes de abril, la alcaldesa de Elche expuso su idea de ciudad, que se pudo resumir en un canto de alabanza a las excelencias del empresariado ilicitano. Ya conocemos la iniciativa y capacidad de los empresarios de Elche, pero algunos asistimos a esa conferencia para enterarnos de cuál es el proyecto público y territorial que detenta el gobierno municipal de esa ciudad y nos fuimos sin conocerlo. Hubo una referencia a la cuestión Alicante-Elche que apenas le llevó un par de minutos al final de la conferencia, empleando los lugares comunes que estamos acostumbrados a escuchar de vez en cuando en los políticos de ambas ciudades, como «la unión hace la fuerza» y cosas así.

La relación Alicante-Elche, Elche-Alicante, es una realidad que tiene múltiples dimensiones, municipales, económicas, sociales, territoriales, etc, pero la construcción de una futura estructura permanente de cohesión intermunicipal tiene que venir cimentada en la participación y consenso activo de la sociedad civil de ambas ciudades, muy alejadas en la actualidad.

Promovido por un colectivo de arquitectos de Elche y un grupo de profesores y alumnos de la Universidad de Alicante, realizamos de julio a diciembre del año pasado, una serie de actividades (una exposición y cuatro mesas redondas), con el apoyo logístico del Ayuntamiento de la ciudad, que han supuesto un pequeño y modesto esfuerzo de acercamiento entre las sociedades civiles de ambas ciudades. Entre los temas que se debatieron no podía faltar la cuestión territorial que afecta a las dos ciudades. En concreto, el título elegido para esta discusión fue «Alicante-Elche. Del Área Metropolitana al Corredor Mediterráneo», que recogía la idea de que hay que revisar la noción de territorio metropolitano ligado a un centro urbano dominante en la medida que está surgiendo otro nuevo modelo territorial fundado en las redes y en el policentrismo.

Las universidades de las dos ciudades deberían de tener un papel más activo como instrumentos de cohesión social y cultural ente ellas, pero parece que estas instituciones todavía siguen dándose la espalda desde unos acontecimientos que se produjeron hace ya muchos años.

Sin duda, se seguirán necesitando planes y estudios para avanzar en esa estructura común a las dos ciudades. Algunos proyectos podrán ser eficaces desde el punto de vista intermunicipal pero no tendrán ningún arraigo entre la gente sin un catalizador social que agite a los ciudadanos de las dos ciudades y contribuya a su acercamiento. Me voy a permitir proponer un acontecimiento que podría dinamizar socialmente el acercamiento entre ambas: ¿por qué no competir juntas para conseguir ser sede conjunta de una Capitalidad Europea de la Cultura? No sería la primera vez que dos ciudades próximas lo hacen, recientemente lo fueron Marsella y Aix-en-Provence.

Se dan condiciones objetivas para poner en marcha un proyecto de este calado: ¿hay muchas ciudades de la escala de Elche con dos Patrimonios de la Humanidad de la UNESCO, el Misteri y el Palmeral? ¿No reúnen las dos ciudades una infraestructura cultural más que aceptable con dos museos arqueológicos, uno de ellos de referencia europea, y una buena oferta de espacios expositivos en piezas del patrimonio arquitectónico rehabilitadas; sin olvidar un magnifico auditorio o el museo de la Universidad de Alicante ? Este proyecto permitiría poner en valor, entre otros, aspectos asociados a la identidad mediterránea de ambas ciudades, como el potencial cultural de la relación de Alicante y el mar, muy poco aprovechado hasta ahora, o el de la huerta de Elche con todo su significado ambiental.

Un acontecimiento de tal envergadura tendría sin duda efectos permanentes, sociales y materiales, en las dos ciudades y contribuiría de modo determinante a vincular la cultura a la imagen de ambas, algo de lo que está más necesitada Alicante que Elche.

Un proyecto como este requeriría un escenario político, económico y social bastante diferente del actual. Exigiría una gran capacidad y habilidad de gestión, pero sin un liderazgo político claro, consensuado y decidido, será muy difícil que prospere. Conviene recordar que el liderazgo no tiene nada que ver con el populismo. Aquél se asienta, a diferencia de este último, en el diálogo activo y creativo con la sociedad civil. Sin ese diálogo, difícilmente puede llevarse a buen término un proyecto de tal trascendencia, ni siquiera un acercamiento real entre las dos ciudades.