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Antonio Balibrea

De la Europa de los ciudadanos a la Europa de los nacionalismos

Las crisis dejan los diablos sueltos, los familiares y los otros. Algo así sucedió con la Gran Depresión de 1929. Aunque la de 2008 no ha llegado a tanto, algo hemos aprendido de la historia -y uno de los que más sabía era Ben Bernanke el presidente de la Reserva Federal norteamericana, por eso les ha ido mejor-; y eso nos ha valido. Pero los diablos familiares alemanes se asustaron de la inflación y lanzaron el austericidio con disciplina prusiana olvidándose de los principios de los padres fundadores de la Unión. Y, del apoyo que los demás le prestaron para la reunificación alemana, haciendo la vista gorda al déficit, u olvidándose ahora de la obligación de recortar su superávit exterior superior al 6%. Al fin y al cabo, la bebida para la fiesta de la burbuja especulativa la pusieron los bancos alemanes, como le recordó el británico Gordon Brown.

De los 751 escaños del Parlamento Europeo, la derecha cuenta con el 48% y la izquierda con el 38% el resto corresponde a los no adscritos y a los nuevos partidos. Una gran coalición -populares y socialistas- provocará más de lo mismo; a menos que varíe sustancialmente la política reforzando la Unión y el Estado del Bienestar.

Las elecciones europeas han mantenido su participación: el 43,09, nueve décimas más que en 2009, y reflejan dos cambios importantes: han surgido partidos a la izquierda de los socialistas europeos -sobre todo donde han gestionado el austericidio: la Izquierda o los Verdes en Alemania surgidos tras la primera Gran Coalición en Alemania; el crecimiento de Syriza en Grecia frente a la gran coalición; el crecimiento de IU en España y la flamante aparición de Podemos, los herederos del 15-M frente a las medidas tomadas primero por Zapatero y corregidas y aumentadas por Rajoy.

En segundo lugar, para mí mucho más preocupante, el resurgir de los nacionalismos. Con casi el 10% del Parlamento son claramente antieuropeos, nacionalistas radicales y xenófobos. El FN en Francia, el UKIP en el Reino Unido ambos con 24 escaños, la Liga Norte en Italia, FPO en Austria, GW en los Países Bajos, Amanecer Dorado en Grecia, con 4 o 5 cada uno, etcétera. Y casi todos llegan por primera vez. En España han crecido los partidos nacionalistas independentistas de las comunidades: Esquerra Republicana ha obtenido 2 eurodiputados, pero gana en las tres provincias costeras catalanas y la coalición de EH-Bildu saca otro y gana en Vizcaya y Guipúzcoa. Tantos como el PNV y CiU que solo ganan en Álava y en Tarragona. Es todo un aviso para las elecciones del año que viene en que la circunscripción es provincial.

La Unión Europea surgió tras una terrible guerra europea, y otra anterior no menos cruel. La entonces Comunidad Económica Europea surgió para dar paso a una Unión Europea fundada en los derechos de los ciudadanos, el Convenio Europeo de Derechos Humanos (1950), amparados por el Tribunal Europeo. Se trataba de «asegurar mediante una acción común, el progreso económico y social de sus respectivos países, eliminando las barreras que dividen Europa, la constante mejora de las condiciones de vida y de trabajo de sus pueblos, reforzar la unidad de sus economías y asegurar su desarrollo armonioso, reduciendo las diferencias entre las diversas regiones y el retraso de las menos favorecidas».

A partir de ahí se fue desarrollando un sistema de bienestar social capaz de contrarrestar la seducción de las ideas comunistas y de los países del Este, y de moderar las demandas obreras. El Estado del Bienestar era una fuente de legitimación del Estado, pero también un pacto de mínimos entre la derecha y la izquierda. No era sólo una Comunidad Económica, se asentaba en la protección de los derechos del hombre, y buscaba reforzar la Unión Europea.

Quien siembra nacionalismos, fácilmente recogerá fascismos. (Que se entienda: la mayoría de los nacionalismos no son fascistas, pero históricamente han sido el germen en épocas de crisis graves de los nacionalismos racistas y excluyentes. Incluido el nacionalismo españolista). Y, la Alemania de Merkel con su imposición al resto de la Unión del austericidio, con las nuevas limitaciones a la libre circulación de europeos en la Unión, ha invitado a la limitación de los derechos sociales de los extranjeros, la expulsión de los otros, la separación de la Unión que nos limita o la independencia que nos «libera» del Gobierno central. Y lo que pueda venir.

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