LLos caminos del Señor son inescrutables y los de las cosas del querer también. Dicen que Dios escribe recto con renglones torcidos, pero es lo que hay. Serrat compuso un par de «coplicas» que, últimamente, me rondan la cabeza y que tarareo. Una «La mujer que yo quiero»; la segunda, «Lucía». Dicen: «La mujer que yo quiero no necesita, bañarse cada noche en agua bendita»? y: «Vuela esta canción para ti Lucía/ la más bella historia de amor/que tuve y tendré. Es una carta de amor/que se lleva el viento/pintado en mi voz/a ninguna parte a ningún buzón". ¡Coño, Joan Manuel; escribes cada cosa!. Un amigo escribió a su princesa de ojos claros: «Sin ti mi vida está huérfana, sin dirección. Quiero ser por ti y que tú seas por mí. Si me faltas pierdo el rumbo; si no estás me pierdo y contigo yo soy». ¡Joder!; ¿cómo está el parque?. ¿Será esta primavera loca?. Panchete me dijo una vez que «cuando realmente se ama, incluso si hay un millón de razones para dejarlo, todavía buscas una para quedarte». Una vez escribí: «Por amor se perdonan mentiras y engaños. Por amor se da todo, sin esperar nada; por amor, siempre por amor». Cualquier relación debe basarse en un principio de confianza, porque «lo malo es lo que se imagina y no lo que realmente es» y si ese principio no se da, apaga, recoge el petate y vámonos.

Y eso es lo que parece que pasa en la relación amor-odio que se da entre nuestros desgobernantes. Unos vivieron amancebados con otros y ahora cohabitan maritalmente con los que antes eran simplemente mirones, lo que no sé -tampoco me importa- es si copulan. Lo que pasa es que el personal debería tener más autoestima porque me han contado que gavioteros y liberatas coincidieron en un sarao y «uno» pidió baile a «una» (adivina quienes pueden ser los «protas»). Ella respondió afirmativamente, a lo que el machote, viendo el charco en el que se había metido para quedar bien, replicó: «¡Así me gusta, que te diviertas!». ¿Veis como es verdad lo de que Dios escribe derecho con renglones torcidos?. ¿Para qué abrirías la boca?. Ahora tienes que cumplir todos los días y no sé si también todas las noches; eso es cosa tuya, chaval. Ya se sabe que la mierda cuando más se remueve más huele y aquí, en Oleza, la cosa no huele muy bien. Dicen que la tradición marca que, en una boda, la novia tiene que lanzar el ramo de flores a las mozas casaderas y que la chica que lo pille será la próxima en pasar por la vicaría, pero es que en éste pueblo nuestro la gente tiene muy mala leche y me cuentan que el otro día vieron que en un entierro tiraban una corona hacia atrás para ver quién era el siguiente en palmarla. ¡Y todos vieron quien la cogió!. Se callaron como putas y esbozaron una sonrisilla al más puro estilo del perro Pulgoso. Está claro que «si no puedes deslumbrar con la inteligencia, lo mejor es desconcertar con gilipolleces».

En la intimidad más íntima alguien dijo: «eres mi locura, mi pasión, mi obsesión, mi todo y mi nada. Tú siempre tú, porque eres lo primero, lo último, mi todo. La vida es eterna en cinco minutos». Y lo dijo con el corazón en la mano, a pecho descubierto y exponiéndose a que se lo partieran. No, no os confundáis; no era un desgobernante, era un enamorado hasta las trancas, que bebía y bebe los vientos por una mujer valiente donde las haya. Es verla y, literalmente, se le cae la baba; ¡como os lo cuento!. Y es que no hay nada mejor que compartir vivencias con una «brujita con memoria selectiva».

He empezado con Serrat, pero es que Alejandro Sanz tampoco anda manco, porque el tipo, en su coplica «Amiga mía», habla de la «princesa de un cuento infinito» y en otra de «un amor de leyenda». Bisbal dice: «Sabes que eres la princesa de mis sueños». El propio Joan Manuel, dirigiéndose a su princesa, canta: «tú eres la rosa que fue a nacer entre cardos/como revancha a un arrabal despiadado/en donde el día se ocupa de echar por tierra toda esperanza». Y, llegado a este punto, tendremos que esperar a ver cómo termina el paralelismo/maridaje que he trazado entre la vida cortesana en el palacete del marquesado de Arneva, donde la relación amor-odio puede dejar varado a más de uno, y nuestras princesas encantadas, tal vez imaginarias, pero siempre luchadoras, calladas y abnegadas, porque la mayoría de ellas, por no decir todas, pasan a nuestro lado sin que reparemos que quieren compartir nuestras inquietudes, tanto si son dulces como amargas. Dejemos a un lado cuestiones personales y pongamos de manifiesto nuestra vocación de servicio; es más reconfortante, aunque esté menos reconocido y, consecuentemente, peor remunerado. «Colgado de un barranco/ duerme mi pueblo blanco/bajo un cielo que, a fuerza de no ver nunca el mar/se olvidó de llorar». Hasta la semana que viene.