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Manolo Alarcón

Un mensaje grande y generoso

E n el peor de los escenarios posibles, con seis concejales imputados en Orihuela por supuesta corrupción; con una presidenta que declaró ante la jueza por cuatro delitos hace menos de dos semanas y una portavoz que está esquivando un juicio; ocupando la bancada de la oposición desde hace tres años y en unas elecciones que han supuesto el descalabro de su partido y del PSOE, el tándem Lorente-Ferrando fue capaz de sumar en las europeas 8.554 votos para el Partido Popular, lo que ha supuesto no sólo el mejor resultado entre los grandes municipios de la provincia y de la Comunitat sino que, técnicamente y extrapolando los datos a unas hipotéticas municipales, incluso les habría permitido recuperar la Alcaldía (con 14 de 25 ediles).

Si alguien pensó que el PP en Orihuela se la jugaba el domingo por y para Eva Ortiz estaba muy equivocado. El PP de Orihuela se la jugaba por el PP de Orihuela y por nada ni nadie más. Necesitaba un golpe de autoridad dentro de la mediocridad de resultados que todos los sondeos auguraban desde hace semanas a su formación. Quizá por ello y sólo por ello, sumar sólo el 45,17% del total de sufragios pueda parecer insuficiente para los conservadores pues no tenían rival, ya que los liberales de CLr ni presentaban candidatura a Bruselas -¡menos mal!- ni tampoco han pedido, que se sepa, el voto para ninguna de las formaciones minoritarias, que sería lo propio para alguien que se presentó a las elecciones de 2011 con un lema de campaña que en resumidas cuentas sería algo así como: «Sí a todo menos a lo que representa Mónica Lorente» -¡y quién nos iba a decir cómo han acabado, dándose el «pico» político como en Compromís!- y más después de llevar desde hace meses flirteando junto al resto de partidos independientes de la Vega Baja con poner apellidos a sus listas minoritarias con miras al horizonte de las municipales y autonómicas de 2015. Es decir, todo aquel oriolano que se siente de derechas no tenía muchas más opciones que meter el voto en la urna para el PP... quizá también algo a UPyD (1.353 sufragios), pese a que ni tiene cartel conocido en Orihuela, pero poco más.

Y seis días antes de las votaciones y en Auditorio de la Lonja, con el presidente Alberto Fabra y el vicepresidente José Císcar como principales testigos, Pepa Ferrando les demostró que cuando uno deja la autovía hasta Murcia y lee el cartel de «Bienvenidos a Orihuela» -y esto es un decir, porque nada recibe al visitante al municipio- ya no mandaban ellos sino ella. Ese día Fabra, si tenía interés, que lo dudo, se daría cuenta a lo que se enfrenta en Orihuela porque tuvo que escuchar a Ferrando -sí, a la imputada por esa corrupción que él tanto denigra- ser la protagonista de la siguiente soflama: «...Vais a ver lo grande y generoso que es el corazón de los populares oriolanos, es ahí, ese día 25, donde vamos a demostrar lo grande y generoso que es el corazón de la ejecutiva que yo presido; lo grande y generoso que es el corazón de los concejales que desde el grupo municipal popular en la oposición defienden todos los días las siglas de este partido; porque nosotros sí vamos a trabajar sin descanso para que el Partido Popular obtenga los mejores resultados; nosotros sí vamos a repartir puerta a puerta la papeleta que lleva tu nombre; nosotros sí que vamos a repartir con orgullo la papeleta de nuestro partido, el único partido capaz de ayudar a nuestros ciudadanos...», entre una salva de aplausos.

Y el mensaje tenía a muy pocos destinatarios pero muy selectos, empezando por Ortiz y acabando por Císcar ante un Fabra impertérrito. ¿Y cuál era? Bueno, eso no se concretó hasta seis días después y no fue uno, fueron 8.554. Tantos como votos sacaron que, a mi modo de ver, es el suelo del PP en Orihuela, un mínimo garantizado por ese tándem y en su peor momento y en el que también se encuentra el propio partido. Los abrazos y alharacas que mostraron el lunes, felicitándose ambas en una sede vacía, sin concejales ni miembros del aparato que lo han logrado, demuestra qué pocos apoyos tienen en lo que no fue más que fuegos artificiales para la Prensa. Y Fabra, ¿qué pensará del resultado en Orihuela el domingo? Bueno, eso es más fácil si uno tiene en cuenta que una cosa son las líneas rojas y otras pasar a la historia de esta Comunitat como el presidente del PP que perdió las elecciones después de dos décadas en 2015. Evidentemente a él le guiará el corazón y no la razón. Tiene poco más de seis meses para encontrar una salida para resolver este sudoku de pregonar transparencia para ganar titulares teniendo su futuro, precisamente, en manos de aquellos -y no sólo en Orihuela- que más daño le han podido hacer a su partido. Le duela a quien le duela.

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