Si alguien recorre nuestras comarcas a lo largo y a lo ancho puede observar los efectos que la ausencia de lluvias está provocando en el campo. La sequía conlleva unas evidentes repercusiones en el sector agrario tanto para las zonas de regadío como para las de secano. En las de regadío provoca una disminución del nivel de los acuíferos y una salinización de los pozos de riego en las zonas litorales, el incremento de los riegos con el consiguiente aumento del coste energético en un momento donde las tarifas eléctricas tienen un precio muy elevado y un incremento de las plagas y fundamentalmente la pérdida en cantidad y calidad de la producción que son todavía bastante más significativas en las zonas de secano, donde ya debemos añadir la previsible pérdida de arbolado en algunos casos.

Un estudio elaborado por La Unió refleja que las pérdidas directas ya por la sequía en nuestra provincia ascienden a una cantidad superior a los 74 millones de euros, una cifra todavía provisional y que seguro será superior si tenemos en cuenta otras pérdidas no cuantificables por ahora y si continúa el déficit de lluvias como así parece.

La parte más importante de las pérdidas se las lleva el cultivo de los cítricos por los sobrecostes productivos causado esta campaña por la clareta y el rajado, el incremento del coste energético del riego, los bajos calibres o los tratamientos contra plagas; seguido por el cultivo del almendro, el olivar o el cereal, además claro está de la ganadería extensiva (fundamentalmente ovino-caprino y vacuno). A todas ellas hay que sumarle las pérdidas previsibles y no cuantificables de momento en la apicultura, la viña, la fruta de verano o las hortalizas.

Desde la Unió de Llauradors hemos traslado ya nuestra propuesta de medidas urgentes a adoptar tanto al president de la Generalitat, Alberto Fabra como al conseller de Agricultura, José Ciscar; pero también nos hemos reunido esta semana con responsables del Ministerio de Agricultura en Madrid para hacerles ver la necesidad de paliar la situación y compensar las pérdidas para los afectados.

No hay que olvidar que para el sector agrícola este periodo de sequía y de altas temperaturas persistentes está provocando numerosas pérdidas que van a tener una repercusión directa en la disminución de ingresos de los agricultores y ganaderos que conllevará un mayor endeudamiento y, por tanto, una pérdida de la capacidad de invertir en el cultivo en particular y en la explotación. La situación es grave y requiere una reacción rápida, por ello hemos reclamado una comisión autonómica de seguimiento de la sequía.

En nuestra batería de propuestas a las administraciones se incluyen así mismo de forma general la concesión de ayudas, reducción de los módulos fiscales, condonación del IBI rústico, bonificación en las cotizaciones de la Seguridad Social, línea de préstamos subvencionados, reducción de las tarifas eléctricas de riego, puesta a punto y mantenimiento de los pozos de sequía; así como algunas medidas específicas para determinados cultivos o subsectores ganaderos como la reposición del arbolado.

Nosotros, defendiendo los intereses de los agricultores y ganaderos alicantinos, ya hemos dado el primer paso, ahora le corresponde darlo a aquellas personas que están al frente de la materia agraria en los diferentes Gobiernos. El campo está seco y aquellos que trabajan en él piden auxilio.