Mañana, los españoles, junto a los conciudadanos del resto de la Unión Europea, votamos a los diputados que nos representarán en el Parlamento Europeo, única cámara supranacional de la historia, elegida por sufragio universal directo por sus 500 millones de habitantes. Hemos escuchado y leído que esta vez las votaciones son diferentes y cruciales. En efecto, la UE ha experimentado profundos cambios. Europa está en nuestras vidas: el 80 por ciento de las decisiones que afectan a nuestra legislación se toma entre el Parlamento y el Consejo Europeo, la institución de los jefes de Estado y de Gobierno de los 28 países miembros.

La codecisión es una de las funciones más importantes de la Cámara de Estrasburgo. El Parlamento vota el presupuesto de la UE que se planifica por periodos de siete años: las llamadas perspectivas financieras, procedimiento que aporta gran estabilidad y fiabilidad al proyecto europeo. También tiene capacidad de decidir las cuestiones relacionadas con la política exterior de la UE: admisión de candidatos a la adhesión, aprobación del ingreso de nuevos países, una vez que han concluido las negociaciones, acuerdos de asociación y otros tipo de tratados con terceros países. En la próxima legislatura podría firmarse el convenio entre la UE y Estados Unidos que constituiría la zona comercial y de inversiones más importante del mundo. Además, la Unión es el principal donante de ayuda al desarrollo, cooperación y ayuda humanitaria. Para ejercer estas políticas, la de Seguridad Común y el conjunto de las Relaciones Exteriores, la UE se ha dotado del Servicio Exterior Diplomático, con embajadores propios y legaciones conjuntas.

Asimismo, la gran novedad de estos comicios es que el presidente de la Comisión de Bruselas será elegido por el Parlamento Europeo, a propuesta del Consejo, teniendo en cuenta el candidato del grupo político que haya obtenido más número de votos. El resto de miembros de la Comisión, igualmente tiene que recibir la aprobación del Parlamento de Estrasburgo que, por medio de audiencias, evalúa la idoneidad de los futuros comisarios. La Asamblea Consultiva de la etapa inicial se ha convertido en un verdadero Parlamento ante el que responde el Gobierno comunitario.

La Estrategia Europa 2020 aspira a perfeccionar quehaceres heredados y nuevos: investigación, innovación, agenda digital, reducción de emisiones carbono, desarrollo de las energías renovables, protección del medio ambiente, impulso a las regiones menos favorecidas, lucha contra la exclusión social, promoción del empleo, sobre todo entre los jóvenes, promoción de las pymes, extensión de las redes transeuropeas de transportes, entre otras materias. Una agenda densa sobre las que las instituciones de la UE tendrán que trabajar en los próximos años.

Es cierto que la crisis económica y las medidas de austeridad adoptadas por la UE y los gobiernos han llevado mucho sufrimiento a la ciudadanía. Un caldo de cultivo propicio para los partidarios de la involución, de políticas proteccionistas y nacionalistas, contrarias a la integración europea que, hoy por hoy, es la única vía de poder competir en un mundo globalizado. Y, por lo tanto, de poder mantener el Estado del Bienestar y el Estado de Derecho, que caracterizan las democracias occidentales. Por eso, es importante recordar que hace seis décadas, Alemania Federal, Francia, Italia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, en busca de la paz, eliminaron la guerra. Antiguos enemigos compartieron voluntariamente sus soberanías nacionales en determinados campos para trabajar en equipo: iniciaron la construcción de la Comunidad Europea. De la nada, ascendieron al escenario mundial para ganar identidad y peso como interlocutores.

Las exigencias de la nueva etapa amanecida, tras la Segunda Guerra Mundial, les impulsó a diseñar un proyecto basado en la democracia con el fin de garantizar los derechos y libertades de las personas, y contribuir a su prosperidad. Hoy, dichas naciones, a las que se han unido veintidós más, sirven de ejemplo: La Unión Europea ha contribuido a mantener el periodo pacifico más prolongado de la Historia, lo que le ha valido el Premio Nobel de la Paz. Pero este silencio de las armas carecería de sentido sin el correspondiente respeto a la dignidad de sus habitantes y a la solidaridad entre los Estados.

Las elecciones al PE son una prueba del protagonismo de los ciudadanos en Europa. Podríamos considerar que la vida comunitaria vive ahora el tiempo de la «gestación». ¡Qué son 63 años dentro de los milenios de la Historia universal! Los hechos hablan, acreditan y consolidan la evolución de las primeras Comunidades Europeas hacia la Unión. Estamos ante una magnífica oportunidad para darle forma a esa gestación con nuestro voto. En 1976, Jean Monnet, uno de los padres fundadores del proyecto europeo, escribió recordando la etapa inicial: «Jamás explicaríamos lo suficiente el sentido de nuestra acción y los progresos de la unión que nuestros ciudadanos estaban viviendo sin saberlo, día a día».