El argentino Tata Martino, entrenador del Barcelona, resume en su persona el fracaso de una temporada especialmente cruel para el conjunto azulgrana, en la que llegó a pelear por los tres títulos hasta casi la recta de final para caer a la orilla de todos ellos: subcampeones de Copa, subcampeones de Liga y cuartofinalistas de la Liga de Campeones. Una temporada que, además, marca el fin de un ciclo abierto en 2008 con la llegada de Pep Guardiola al banquillo y continuado con la breve pero generosa etapa de Tito Vilanova en la campaña 2012-2013, en la que el conjunto catalán lograba igualar el récord de la Liga de los 100 puntos del Madrid de Mourinho.

Precisamente en la palabra ciclo puede encontrarse el fin del propio ciclo. De aquella temporada de 2008 seguían en la recientemente finalizada jugadores del peso específico en el equipo como Valdés, Alves, Piqué, Puyol, Xavi, Iniesta, Busquets o Messi; los mismos que seis años y un puñado de títulos después (cuatro ligas, dos copas del Rey y dos ligas de Campeones) no tenían ni las fuerzas físicas ni las anímicas necesarias como para seguir compitiendo al más alto nivel.

Pero al margen del paso del tiempo y del esfuerzo que al equipo culé, como al Real Madrid, ha exigido en los últimos años el campeonato nacional con una batalla sin tregua, agudizada este curso con la irrupción del Atlético de Simeone, ha habido otros importantes factores que han contribuido a cerrar anticipadamente la puerta de la etapa Martino. Y no todos por culpa del argentino. Y es que la propia contratación del rosarino estuvo marcada por las prisas impuestas por la enfermedad de Tito Vilanova, como las mismas prisas impulsaron el chapucero y multimillonario fichaje del brasileño Neymar; una astronómica operación económica que el club acabaría purgando con la marcha de Sandro Rosell de la presidencia, sin que Neymar hubiera respondido en el campo ni a las ilusiones creadas ni al precio pagado.

El fichaje de Neymar, además, se llevó el dinero que había en caja impidiendo reforzar el eje de la defensa, una plaza clave como se acabó viendo en la temporada especialmente con las lesiones de Piqué y Puyol. Martino llegó a decir que Puyol sería el gran fichaje de enero del Barcelona, pero el capitán apenas llegó? para anunciar el final de su etapa.

La llegada de Neymar, por si fuera poco, alimentó los celos de Messi, envuelto también en problemas multimillonarios con el fisco mientras reclamaba un aumento salarial que sólo llegó en vísperas del último y decisivo partido ante el Atlético de Madrid. Pero ni la subida obró el milagro y Messi se quedó con esos 28 goles que le dejan, como al equipo, en un segundo plano respecto a los 31 de Cristiano Ronaldo.

Al paso del tiempo, la deficiente planificación, los métodos tildados de arcaicos en la preparación física del equipo de Martino, los problemas con el fisco derivados del fichaje de Neymar y de las ganancias de Messi hay que sumar también la carga emocional que supuso el fallecimiento de Tito Vilanova. La suma de todos ellos condiciona este big bang, la gran explosión que cierra un ciclo. Toca abrir otra era y la carga tendrá que llevarla al asturiano Luis Enrique.