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El comisario

VICTOR O VICTORIA

Aunque los libros de estilo no recomienden conenzar una crónica con una cita y mucho menos si es de uso común, el festival de Eurovisión tuvo algo de la zambra y el bureo que imaginó Mark Twain cuando profetizó que el espectáculo del futuro sería un desfile de mujeres desnudas recubiertas de joyas y el público aplaudiría a la que luciera las más valiosas. El sábado ocurrió algo así cuando el jurado premió la barba del concursante o concursanta de Austria. Porque ganó un cantante cuyos méritos no eran musicales y la acogedora Europa sancionó entonces un espanto musical que se medía por lo que el barbero de la ganadora o ganador había rasurado. Era un hombre disfrazado de mujer, no se había afeitado, cantaba mal y perpetró una tontería de dos minutos que chirriaba a cualquier alumno de solfeo. Pero ganó. Sería conveniente que los alumnos de solfeo, los barbudos y los homosexuales aprendieran a desconfiar de cómo se puede hacer negocio a su costa.

AUTOLESIÓN

Puede parecer que las declaraciones de Felipe González acerca de un gobierno de coalición PP-PSOE sean un tema delicado, aunque todo este tema atufa a comedia. No lo formaron cuando era imprescindible para enfrentarse a Bruselas y Berlín tras un parapeto de cincuenta millones de compatriotas que se resistían a aceptar órdenes de una canciller alemana. Entonces se impuso el parné, con lo que los de siempre hemos perdido y ahora desembarca el estadista González sugiriendo una gran coalición para detener la amenaza catalana. Felipe, ocurre que la amenaza catalana es tu partido. Los socialistas podrían haber neutralizado toda esta bobada de Mas en cinco minutos pero les pudo la mediocridad de quien suspira por compromisarios más que por ciudadanos. Por cierto, la reacción de Rubalcaba no ha sido política, sino de psiquiatría experimental. Dice que los gobiernos de coalición carecen de tradición en España. Vamos a ver: ¿Él no era progresista?

MESAS SEPARADAS

Está bien que Alicante y Elche hayan decidido hacer algo juntos, aunque sea un campeonato para veteranos de tenis de mesa que se juega cada dos años y aproximadamente aportará doce millones de euros a la provincia. Ocurrirá allá por 2.016 y las reservas hoteleras confirman que la noticia no es risueña. Bien, todo es empezar y parece que fue hace un siglo cuando veinte kilómetros separaban ambas ciudades. Claro, es que hace un siglo y voy a volver a jugar al ping-pong (esa era el nombre del tenis de mesa cuando Elche y Alicante no se hablaban) para celebrar otro intento de acabar con una insensatez mezquina que ha perjudicado a todos. El tenis de mesa no es un deporte fácil, precisamente por parecerlo. Se suda excesivamente, la mesa suele estar carcomida, la red deshilachada y las bolas se agrietan tras algunos paletazos. Ignoro si las alcaldesas han jugado alguna vez a este hermoso entretenimiento en el que siempre ganan dos chinos. Pero supongo que no hablamos de deporte.

GENTE CORRIENTE

Acerca del asesinato de la presidenta de la Diputación de León no se ha dicho todo. Es más, nunca se dirá todo ya que siempre se acentuarán sus modales cuarteleros, el rencor de la presunta asesina, la dependencia umbilical de la hija de ésta o la brumosa participación de una policía municipal de León (¿Fue un crimen de Estado?, se preguntarán inminentemente en las tertulias del cruasán). Vale. Hay una tangente que afecta a cómo reacciona el público consumidor ante el asesinato en abstracto, con independencia de si la víctima es parado, rentista, maestro, sacerdote o par de Francia. Siempre hay un atisbo de disculpa o explicación que sobrecoge y no tiene nada que ver con las redes sociales del ministro Fernández. Sencillamente, algunos seres humanos se identifican con los asesinos. Antes lo hacían, y siguen haciéndolo, en un bar y ahora utilizan Internet.

ESE HOMBRE

De no ser por el exministro Cañete, nadie habría caído en la cuenta de que el próximo domingo se celebran elecciones europeas. Son un trámite liviano ya que el Parlamento europeo es tan insustancial políticamente como el Senado español, aunque los eurodiputados cobran más que los senadores por hacer exactamente lo mismo: nada. Esto explica que en el escalafón de las sinecuras la lista europea esté por encima de un escaño senatorial. Cañete, cuyo entusiasmo por la tarea encomendada es perfectamente descriptible, debatió hace un par de días con Elena Valenciano y rubricó su narcótica actuación con un aforismo rupestre: el debate con una mujer es difícil. Como esto es algo sabido desde Adán y Eva, aclaró a continuación que si el hombre muestra superioridad intelectual es tildado de machista. Viene a ser la traducción del campechano «no he querido abusar», la eterna letanía del perdedor arrogante que se toma demasiado en serio. La consecuencia ha sido precisamente la que se pretendía evitar y España tendrá un comisario machista. Olé.

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