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La televisión inventa la realidad

Umberto Eco escribió hace ya unos cuantos años que la televisión no reflejaría la realidad sino que la produciría, inventaría una realidad reflejando determinados intereses, tratando de mantener el orden social existentes. En todo caso, imitando la filosofía del Gatopardo en aquello de que algo cambie para que todo siga igual. Si Roy Jenkins escribió que «la ficción no solo puede ser con frecuencia más viva que los hechos, sino que a veces también puede captar la misma verdad», la ficción también puede convertir lo que no es cierto en cierto, en una verdad indiscutible. La política austericida es un ejemplo. Se machaca una y otra vez que es la única política posible, logrando que las posibles alternativas queden en la oscuridad, en la confusión.

Una mayoría de la población se informa/forma a través de la televisión al mismo tiempo que come, pregunta a los hijos qué tal la escuela, limpia la cocina y en medio de otras muchas actividades. Umberto Eco en 1968 no dudó en definir el rating como la imagen estadística que determina el éxito de un producto, estimulando la publicidad en los más vistos. Conviene señalar que el rating es sólo cuantitativo, ignora si al receptor le gustó o no un programa que aparentemente tiene éxito.

Apoyándose en los datos que emanan del rating, como si fuera un prestigioso oráculo, se afirma que los programas más penosos, chabacanos, horteras, es lo que la gente quiere. ¿Qué gente? Sorprende cuando un programa como el de Jordi en Salvados sea tan visto y tenga tanta repercusión, obligando a las instituciones a tomar nota, un producto ajeno a princesas del pueblo o a un evento deportivo, «el clásico del siglo».

Algunas series españolas de gran calidad también suelen ser muy bien recibidas por los espectadores. Conviene subrayar que es habitual que productos «para minorías» son relegados a horarios imposibles.

Umberto Eco tiene razón cuando llegó a la conclusión de que la televisión no reflejaría la realidad sino que la produciría, la inventaría. En estos días la información «estrella» ha sido la hipotética coalición PP-PSOE, Gobierno de Concentración, acuerdos puntuales. Nadie ha manifestado que algo así es posible, en todo caso se trataría de una hipótesis en un escenario en el cual el país estaría padeciendo una situación muy grave. Líderes de ambos partidos se han apresurado a desmentir esta posibilidad, la desmienten pero ellos encendieron la «mecha». Se habla apenas de qué Parlamento Europeo es el más conveniente a los intereses de la ciudadanía, qué competencias tiene esa Cámara. ¿Se trata de una cortina de humo?, ¿evitar hablar de lo que verdaderamente importa?

Finalmente, las mismas personas que siguen con interés las andanzas de un «famoso» o un evento deportivo, pueden ser los mismos que gustan de las ofertas dirigidas a las minorías.

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