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Francisco Esquivel

Los reclamos

Sorprendió el año pasado que, en la gala inaugural del Festival de Cine de Alicante, no se hiciera ya mención alguna de la Ciudad de la Luz cuando hasta entonces habían ido de la mano como es de cajón y el complejo emplazado en Aguamarga venía patrocinando incluso uno de los galardones del certamen. La vida es así y el mejor cine, aunque se recree en la realidad más abyecta, es el que le toca a uno la fibra ayudándole a desconectar.

El festival se desconectó del proyecto puesto en marcha por el dúo de actores Zaplana&Camps bajo la presunta ensoñación de Berlanga en cuanto la Unión Europea le colgó al invento el reclamo de «Se busca». Haciendo un poco de memoria, los platós convertidos en polo de atracción para la industria por mor de la morterada de chorros de fondos públicos puestos en circulación, adquirió notoriedad en el arranque durante el rodaje de Astérix en los Juegos Olímpicos y, hacia el final del ciclo, cuando a Juan Antonio Bayona le dio por recrear el tsunami acontecido en el quinto pino a través del tanque sito en unas instalaciones que de este modo alcanzaron su mayor resonancia. La gran repercusión y las colas que se formaron para la visitas guiadas aprovechando el tirón de la peli coincidieron con la paralización de los rodajes dado el recrudecimiento de los conflictos internos. La deriva ha abocado a que la Generalitat esté intentando vender por lotes las existencias y a que la Universidad Miguel Hernández haya tenido que recoger a un puñado de estudiantes a los que artistas de la gestión dejaron colgados a pesar de haberles costado el curso un riñón.

Al contrario que los estudios erigidos con pólvora de rey, el festival no encuentra el sitio cuando está a punto de levantar el telón de su undécima edición con la gala inaugural fijada para la misma hora de la final de la Champions. Se ve que le han cogido el gusto a lo imposible.

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