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Juan José Millas

Algo heroico

Sentí el fallecimiento de Yago Lamela como el de alguien próximo. Aunque no lo conocía ni tuve la oportunidad de estrecharle la mano, había seguido con interés su trayectoria desde aquel mítico 8,56 desde el que saltó desde Avilés a la primera página de todos los periódicos. Creo que logró repetir en otra ocasión esa marca y que después intentó superarla sin éxito. A partir de ese instante, buscó en salto el sabor de aquel éxito como el alcohólico busca en cada vaso el del primer trago. No tuvo suerte. Cambió Avilés por Madrid, cambió de entrenador, comenzaron las lesiones? ¿Cuántas noches, me pregunto, se vería atravesando el aire, como si un ángel lo hubiera levantado, para caer cerca de la señal de los nueve metros? En el interior de su bóveda craneal debía de haber un Yago Lamela suspendido en el aire, con todos sus sentidos y con todos sus músculos puestos al servicio de ese vuelo fugaz de ocho metros con cincuenta y seis centímetros. Una barbaridad, decían, para un hombre blanco.

El éxito, a veces, se puede medir en metros y centímetros. La verdad es que a estas alturas lo que no se puede medir no existe. En música tenemos los discos más vendidos; en literatura, las novelas más solicitadas; en publicidad, el número de impactos. El éxito de Lamela duró lo que un trending topic, que no sé muy bien qué rayos significa. Podía haberse quedado ahí y ser feliz con ello. No le habrían faltado oportunidades para, pienso yo, dedicarse al deporte en cualquiera de sus múltiples facetas. En Argentina hay un concurso popular de baile cuyo ganador se retira. Jamás vuelve a competir, jamás vuelve a luchar consigo mismo y contra los otros. Se considera que si has besado el cielo una vez, deberías quedarte satisfecho.

Pero quién se conforma. La irrealidad de todas las acciones humanas es de tal naturaleza que uno tiende a repetirlas para cerciorarse de que no fueron un sueño. Tal vez Lamela pensaba en su éxito como en un sueño por realizar. Ahí, quizá, comenzaron las depresiones. La depresión es un bicho malo que pone los huevos en el alma. Pero hay en la depresión algo heroico. Había en Yago Lamela algo heroico, algo enormemente magnético que se ha puesto de manifiesto en sus necrológicas. Descanse en paz.

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