Arranca la campaña electoral europea y la gente se debate entre irse a la playa, o irse al campo. Vamos, que vamos a tener que recoger al gentío con lazo para que caigan las papeletas en las urnas. Es normal, pero no está bien. Es normal porque los políticos se han alejado de la política. Hace ya mucho tiempo que están en sus luchas personales por seguir cobrando de lo público y siguen peleándose como mañacos con una crisis en la calle brutal.
Si usted cree que no yendo a votar fastidia a los políticos es que no sabe de esto. Votar es la señal inequívoca de que se cree en que esto se puede cambiar. Si no se vota, el que está en el machito, sigue en el machito. La abstención, por muy meditada que sea, es un canto al poder establecido y un aire para los antisistema. Y esta crisis no la arreglan aquellos que la han producido, que no es usted, que no le engañen, y tampoco la arreglan los que asaltan supermercados o boicotean las instituciones. Si de verdad creemos en una democracia, aunque esté maltrecha, deberemos poner al frente de ellos a los que votemos, y quitarlos cuando nos decepcionen.
Alicante es Europa aunque ningún partido haya puesto a ningún alicantino en puestos importantes. Tengo la tentación de nominar a todas las personas que pueblan las listas, en números alejados del peso de la provincia, y decirles lo que opino de ellos. Pero, ¿para qué? Si lo que estamos viviendo es una provincia, la quinta de España, sin voz. Con una pobreza de liderazgos que da pavor. Con un montón de indocumentados subidos al palo, cual gallo, para seguir viviendo del partido y de la política. Y eso tiene mal arreglo en estas elecciones, donde podemos conseguir cero diputados alicantinos en el Parlamento Europeo.
Alicante no tiene quien la quiera. Más de dos millones de personas no tienen fuerza para organizarse y reclamar cierta presencia en los órganos de partido y en las listas elegibles. Conformarse con las migajas, y venir luego desde Madrid a pedir el voto es un gran ejercicio de cinismo. Dirán que una persona de Almería o de Gijón puede representar bien a Alicante. Puede ser. El problema no es si puede representarlo. La pregunta es si en toda la provincia de Alicante no hay un solo tipo, o tipa, con mejor curriculum que el de Almería o de Gijón. Y eso, si lo respondes con sinceridad, te encuentras a las maquinarias de amiguetes de partido sociedad anónima en la elección.
Alicante es más Europa que la gran mayoría de provincias porque acá hay más ciudadanos de otros países europeos que en el resto de España. Y a nadie se les ha ocurrido colocar a un ciudadano extranjero europeo en puesto de salida. Estoy más que convencido, que un noruego de Alfás del Pi, o un alemán de Dénia, tienen más cariño a esta tierra, y más conocimiento de nuestros problemas, que el de Almería o el de Gijón.
Para que Alicante sea de verdad más Europa, les pido que vayan a votar. Da pereza. Lo sé. Pero más pereza da que se repartan el botín unos partidos anti europeos, que los hay. Para mí, Europa es la solución a muchos de nuestros problemas tribales que pueblan una Europa desnortada. Donde la falta de liderazgo, la ausencia de proyecto común, las insolidaridades territoriales, los ataques a los inmigrantes, son las lacras lacerantes que asoman a un continente envejecido.
Europa no es vieja. Es peor, está cascarrabias. Inconformista sin soluciones. Está como un niño adolescente y mal criado que mira al pasado, a su historia, y se relame en lo que fue. Europa es cuna de la civilización tolerante y abierta que ha posibilitado la mayor paz en la mayor extensión de territorios. Si ahora que tenemos que decidir, en Alicante, sin alicantinos, qué Europa queremos todos, y usted se va a la playa y le hace un corte de mangas a las urnas, luego no venga a pedir auxilio. Los problemas graves que tenemos los solucionamos los europeos. Si espera usted un marciano que aterrice y le solucione algo, entonces póngalo en la lista, aunque tenga que quitar a algún alicantino.
