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¿Ha fracasado la austeridad?

Durante todo un periodo la austeridad, dejar de vivir por encima de las posibilidades, ajustarse el cinturón, los funcionarios unos vagos, los sindicatos no sirven para nada, se había convertido en una insistente campaña publicitaria. Así se saldría de la crisis. Ahora se está en otra etapa de la misma estrategia: hay tanta luz al final del túnel que conviene llevar gafas oscuras, todo va mejor. Simultáneamente, emerge la idea de que la política de austeridad, los llamados recortes (Montoro los llama ahorros), ha fracasado. ¿Fracaso?, ¿fracaso para quienes? Se trata de una política minuciosamente diseñada: trabajo precario y peor pagado, menos derechos; los que afortunadamente lo tienen están técnicamente secuestrados, se enfrentan a un patrón blindado por la reforma laboral, y el despido conduce a la exclusión social.

Los seis millones de parados no constituyen un movimiento organizado capaz de influir en las decisiones que toma el Gobierno. Apenas si, día a día, consiguen sobrevivir. Amenazados por el hambre, por el desahucio, sienten que este país no los quiere, estropean las estadísticas, aunque la Encuesta de Población Activa (EPA), que depende del Instituto Nacional de Estadística, no los ignora: el paro aumenta, se destruyen puestos de trabajo, cada vez más personas abandonan el país buscando una oportunidad (todavía no se van en pateras. Viajan en avión simulando que son turistas).

El austericidio no ha fracasado, esto es lo que se buscaba y se está consiguiendo, y se usa eso que llaman «lluvia fina». Constantemente, buenas noticias, todo mejorará, los organismos internacionales, ideólogos de este modelo, dicen que España es un ejemplo a seguir. Sí, es un ejemplo: se está destruyendo el estado del bienestar que se venía construyendo desde los años ochenta. Y se pretende dejar todo bien atado: el proyecto de ley de seguridad ciudadana será la mordaza ante las protestas, las mareas, las huelgas.

Después del 25 de mayo, elecciones al Parlamento Europeo, pasarán a la ofensiva. En cuanto a estas elecciones, una oportunidad para contener el avance de la derecha algunas encuestas dicen que el Partido Popular será el más votado. Si fuera así, será una prueba indiscutible de que el austericidio consiguió lo que quería. ¿Síndrome de Estocolmo? Este síndrome se llama así porque en dicha ciudad sueca unos ladrones asaltaron un banco y los trabajadores los defendieron. Esto se puede comprender, robaban el dinero del banco. En España los bancos robaron el dinero de los preferentistas.

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