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El Día del padre

El mes pasado fue el Día del padre y en mayo será el de la madre. Dos acontecimientos que, como sabemos, llaman cada año a las puertas de muchas casas y de muchos corazones. Detrás de ellos hay tanto una raíz religiosa, como un consumo propiciado por el comercio, pero sin duda lo que contienen es, sobre todo, un interés humano, genuino y particularísimo, que les otorga un entrañable valor.

Y es que estos acontecimientos en tono festivo nombran, destacan o recuerdan unas relaciones afectivas que siempre son importantes y significativas para las personas. Los padres son quienes fundaron nuestras vidas y nuestra historia, quienes nos guiaron, acompañaron y proporcionaron palabras, dedicación y cariño, si todo ha ido yendo más o menos fluidamente.

Celebrar, pues, al padre o a la madre o no celebrarlos, esperar estos días con ilusión o con sobresalto, reunirse en familia o no reunirse, son modalidades que van a indicarnos la manera de funcionar de cada persona y de cada familia, los distintos estilos, creencias y costumbres, el momento que vive cada uno, etc. Y desde luego son el reflejo de las relaciones que hay establecidas entre padres e hijos, el tipo de comunicación que se mantiene, los encuentros o desencuentros que se producen, los entendidos y malentendidos que surgen entre unos y otros.

Porque en esto de los padres y las madres se dan claroscuros, presencias, ausencias. Hay quienes han disfrutado una relación tranquila y consistente, con sus más y sus menos, pero suficientemente sólida y saludable, y tienen ganas de celebrar y agradecer algo a ese padre o a esa madre, con sus virtudes y sus defectos, con sus cuidados y su amor. Y hay quienes no han conocido a su padre o a su madre, o no han convivido apenas con ellos, quienes no pueden echar mano de recuerdos en común, quienes los han perdido por enfermedades, muertes, separaciones, abandonos o disgustos. Y claro, en estos días de celebración, se sienten condolidos por lo que les falta, o por lo que han deseado y no han podido tener.

Estos días convocan gran variedad de sentimientos que nos sirven para saber quiénes somos, cuál es nuestra historia y nuestro entorno familiar, qué afectos tenemos o no tenemos. Es como ponerse al día?, porque resulta que todos somos hijos y muchos también somos padres o madres, y esas realidades ni se pueden soslayar, ni disfrazar con un regalito o un «yo no creo en estas cosas».

En la escuela infantil se viven estos días alegremente. Se habla de los padres y de las madres, de lo que les gusta o les enfada, de lo que hacen, de cómo son. Se les imita, se les escriben cartas, tarjetas o poemas, se les hace un regalo? Hay algunos niños que aprovechan la ocasión para comentar que sus padres ya no viven juntos, otros hablan de que los suyos «se pelean, pero luego se perdonan», y salen a relucir los detalles amorosos que se dan a diario en las casas y que a ellos les encanta explicar: «Cuando mi madre no se ha lavado el pelo, se pone muy chillona». «Mi padre en vez de decirme te quiero me dice cachorrito». «Mi mamá me dice que yo soy su rey». «Mi padre quiere que nos duchemos pronto para que no gastemos tanta agua». «A mí me gusta estar mala, porque así mi madre me cuida aún más que todos los días». «Cuando mi madre me cuenta el cuento en la cama, yo siempre le digo gracias y ella me da un beso»

Últimamente en algunas escuelas ya no se celebran ni el día del padre, ni el de la madre, porque: «es que hay tantos padres separados, que es un jaleo» y hay otros centros que han sustituido estas fiestas por «El Día de la familia»: «así incluimos a todo el mundo y no se molesta nadie». Pero los niños siguen estando ahí? con su padre y con su madre incorporados a su psiquismo, a su afecto, a su personalidad, a su experiencia. Y, la verdad, pienso que sería muy útil dar escucha a sus diferentes vivencias y realidades, ya que esto les puede ayudar a reconocerse a sí mismos y a su concreta situación familiar, y a saber que no a todo el mundo se le da igual la vida, para bien o para mal.

En resumen, que a mí me parece conveniente que se celebren «El Día del padre» y «El Día de la madre» aunque desde luego, no por las mismas razones que los grandes almacenes, sino porque veo necesario que los niños se den cuenta de que ser padre o madre son cosas muy importantes, que no es igual tener padres que no tenerlos, y que conviene saber en qué lugar está cada cual como hijo o como padre, para un vivir más calmo, amable y coherente.

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