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La muerte tenía un precio

Resulta que lo de empezar a pegar tiros parece que está a la vuelta de la equina y que de la «balasera» no se salva ni el gato. El único que podría salvarse es el pianista, siempre que se le haga caso al título del programa de TVE en el que se pedía que no se disparase al colega del teclado (No disparen al pianista). El pobre tenía que aguantar las borracheras de los parroquianos que iban de armas hasta el culo (pistolas, pistolones, rifles y escopetas) y no asimilaban el güisqui de garrafa que el cantinero les servía en vasicos que ahora se llaman «chupitos», «tapones» o «caliches». Y parece que en Oleza se va a desatar la Tercera Guerra Mundial porque la cosa está que arde y los nervios a flor de piel. ¿Será porque la primavera la sangre altera?; ¿será?una rosa, será un clavel?, ¡el mes de mayo te lo diré!.

Eso, eso; en mayo, que arranca pasado mañana, que está a dos días vista -¡joder, otro mes que nos hemos tirao a la chepa, y van cuatro!- y según Antonia «Morgana» Moreno, nuestra brujita buena, en el último año de una legislatura no se puede presentar una moción de censura. Asun Mayoral -que no sé de donde se saca que no me cae bien- considera que la moción de censura que plantean peperos y mancebistas no va a ninguna parte porque, según me dijo y he podido ver en el apartado segundo del artículo 197 de la LOREG (Ley Orgánica del Régimen Electoral General, que me he tenido que empollar para poder escribir), no se puede presentar más de una por legislatura y ésta, según la «ex» liberal, ya se tramitó en su día, por lo que lo que se pretende está fuera de lugar y se archivará cuidadosamente en una papelera. En definitiva, hay quien considera que lo que se está haciendo es tirar bombicas de humo y piulicas para desviar la atención de cosas más importantes que tienen que verse en los próximos días en el Palacio de Justicia y que enmierdan a alguno de los firmantes del papelico con el que se pretende despeñar por el barranco al alcalde Guillén (recordemos a la princesa Mónica; a su mano derecha, o izquierda, Pepita; a algunos gavioteros que figuran en los papeles del Brugal, o a «Bad Boy» Mancebo y el barriguero Joaninasi, que según unos ya no son liberatas y según ellos siguen siéndolo). Hay una cosa que me llama la atención: ¿por qué cuando unos -sean de derechas o de izquierdas- hacen una cosa se habla de delito y cuando los otros (nada que ver con la «peli» de Alejandro Amenábar) hacen lo mismo se dice que es por el bien común y porque es lo mejor para los olezanos? (hablemos, por ejemplo, del pago fraccionado de facturas). ¡Coño; si una cosa es delito, lo mismo da que lo haga Pepe o Juan para que siga siéndolo!; ¿o no?. ¿Será porque la primavera la sangre altera?.

«La muerte tenía un precio» es una «peli» de Sergio Leone, con música de Ennio Morricone y Clint Eastwood como «prota» principal. El «flim» -antes se decía «piluquila»- trata de dos caza recompensas que buscan al mismo hombre y deciden unir sus fuerzas para encontrarlo, aunque las razones que les mueven son diferentes. ¿Os suena?. Dos cazadores de recompensas -aunque en este caso serían dos hombres y dos mujeres, Mancebo, Joaninsai, Monica y Pepita- deciden unirse para buscar a otro, Guillén, aunque lo que realmente persiguen es un sillón, el del despacho principal del palacete del marquesado de Arneva. Según las leyes físicas, el agua y el aceite se repelen y dice un principio matemático que la menor distancia entre dos puntos es la línea recta, aunque a los protagonistas de nuestra «peli» no les importa hacer eslalon para, esquiando en zig-zag, llegar al objetivo. En Oleza, uno de los cazadores busca seguir calentando el sillón cueste lo que cueste, aunque en ello le vaya la vida, mientras que el otro ha dejado patente que lo que quiere es recuperar algo que considera suyo y que perdió por una desmedida prepotencia, como cuando Manuel Fraga dijo aquello de «la calle es mía». Dicen los cinéfilos que «La muerte tenía un precio» era la segunda entrega de una saga que empezó con «Por un puñado de dólares» y el preámbulo de «El bueno, el feo y el malo». ¿Habrá que repartir los papeles de cada uno o ya se sabe quién es quién?.

Pero si «la muerte tenía un precio», la indiferencia tiene que ser la ostia. Resulta que el otro día leí el resultado de una encuesta encargada por los sosiatas y en la que se aseguraba que los peperos, en las próximas elecciones, sólo mantenían las alcaldías de Alicante y Elche y perdían la «Dipu» y la Generalitat. Extrapolando datos, ¿quiere decir que pierden Torrevieja y que no ganan Orihuela?. ¡Chico, chico, chico!. Es como el EGM, que como lo paga una determinada cadena de medios de comunicación ella -la cadena- siempre sale bien parada. ¡Habrá que ponerle un poco de sal a la vida para no aburrirnos!. ¡Lo más jodido de trabajar en equipo es convencer al resto de que no tienen ni puta idea!.

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