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La caída de un Régimen

La caída en picado del partido popular valenciano en las encuestas y su futurible y posible descalabro en las urnas el año que viene dibuja el escenario en la Comunidad Valenciana de un fin de ciclo y casi de un cambio de régimen después de casi 20 años. El desgaste del gobierno popular es tan evidente y tan insoportable para algunos sectores, como la educación, la sanidad o la dependencia que sufren el impago y la insolvencia del Consell, que han convertido la situación en una causa de urgencia.

Durante mucho tiempo fuimos descubriendo con horror y espanto hasta qué punto el expresidente Francisco Camps y sus megalomanías arruinaron las finanzas autonómicas y destrozaron el autogobierno valenciano, a costa de las obras faraónicas, que quedaran como testigos para la posteridad de esta etapa: Ciudad de las Ciencias y de las Artes en Valencia, Ciudad de la Luz en Alicante, Terra Mítica en Benidorm y un circuito urbano de Fórmula 1 cuya empresa (14 millones y medio de euros) ha tenido que ser comprada por el Consell para absorber sus pérdidas. Suena todo a la caída de un imperio como la caída del Imperio Romano, que tan bien recogió el gran historiador Edward Gibbon en La Historia de la Decadencia y caída del Imperio Romano.

El último de los símbolos del poder valenciano, Radio Televisión Valenciana, ha sido apagado, fundido a negro y casi han sembrado de sal los estudios de Burjassot, como los romanos hicieron con Cartago. No sólo hemos tenido que observar la desaparición de nuestra televisión pública, (la primera de las televisiones autonómicas con lengua propia que desaparecen), sino también tenemos que ver cómo se pagan las indemnizaciones de los casi dos mil trabajadores de la extinta RTVV, que siguen sin trabajar, con fondos destinados a la creación de empleo.

Las Cortes Valencianas se han convertido en un cementerio donde el president Fabra, que llegó como una alternativa, queriéndonos hacer pensar a todos, que se trataba de una nueva etapa, apenas comparece. Y la respuesta a las preguntas de la oposición de las más diversas y urgentes materias es siempre: «manzanas traigo».

Afortunadamente, frente a la caída de un régimen, tenemos una alternativa enfrente. El éxito de las primarias abiertas celebradas por el PSPV y la consolidación en frente de una alternativa real liderada por Ximo Puig, o el «triunfo del hombre tranquilo» como bien lo describió desde estas páginas el director del diario, abren una puerta de esperanza para una autonomía que no sólo necesita recuperar los servicios públicos, comenzando por la sanidad (tengamos en cuenta que «el modelo Alzira» de privatización comenzó aquí) o la educación: necesita empezar de cero. Resetear el autogobierno para que este sea viable. Pero antes tenemos que pasar por las urnas europeas de mayo. Atentos.

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