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Ser infiel discretamente

Se habla a menudo del amor, del mal de amores, y pocas veces del mal de los cuernos, como si no fuera degradante sufrir en la piel de uno, el Cornelio, convertido en un navío desarbolado por la marejada de un mar inquieto que hace padecer por una infidelidad. Dicen que el amor es como un pelotazo, que no un flechazo, que tiene unos efectos limitados. Dura unos dos años y medio la llamada hiperactividad que se genera en el cerebro del enamorado fruto de una pasión que hace que sólo tenga ojos para su pareja. Transcurrido poco más de un año empieza a apagarse la llama del apasionamiento y al poco tiempo llega el desamor. Y entonces... aparece en muchos casos la infidelidad.

La ganadería española debe llevar buena cornamenta porque nos situamos a la cabeza de Europa según datos de alguna red social para infieles. Unos porque atraviesan la crisis de los cuarenta, otros porque a los cincuenta necesitan sentirse atractivos por no decir machotes. Las redes sociales se han convertido en el medio por excelencia de la búsqueda de la aventura, en su mayoría hombres casados o con pareja, directivos o empresarios, mienten como cosacos a la caza de la presa. ¿Qué mides?, eres la mujer 12, quedamos para tomar café, si me pones peros voy a buscarte para impresionarte, quedamos un par de veces y... ya estoy profundamente enamorado, enamoradísimo, sólo pienso en ti.

Estas y otras son las artes de los cazadores. Para ser descubiertos, bastará con que la supuesta mujer 12 proponga al apuesto galán quedar para un fin de semana. Imposibilitado pondrá mil excusas y tres mil mentiras quedando sin armas para su cometido: ser infiel. Las mujeres en contrapartida, son infieles en índices menores pero lo son y emplean también sus artes.

He comentado este tema con algunos amigos y aquí dejo sus opiniones que me gusta contrastar con la mía.

Un notario dice que nunca ha sido infiel. No hay diferencia entre ser hombre o mujer para ejercer el arte de los cuernos, aunque entiende que hay distintas causas y varios tipos de infidelidad. Desde un desliz hasta la relación paralela aquel que sea promiscuo.

Una alcaldesa opina que son tan infieles los hombres como las mujeres y que las relaciones deben fundamentarse en el respeto.

Un miembro de las fuerzas de seguridad asegura que la fidelidad está en la naturaleza de cada uno. Durante su matrimonio nunca fue infiel ahora, con sus parejas, lo es. Él termina antes cualquier relación, no quiere depender de otra persona. Su exmujer durante el matrimonio le fue infiel y para él supuso un duro golpe. Una enorme decepción que le hizo sentir una vida perdida. Una humillación como hombre. Muchos hombres convierten a la mujer en objeto y parece que si además de su pareja no se encaman con unas y otras no se sienten hombres.

Una empresaria considera que la infidelidad es una falta de respeto total y que la persona que es infiel no se merece ni que la respeten ni ser amada.

Un funcionario sostiene que la infidelidad es cosa de dos y tan responsable es el hombre como la mujer a pesar de que se carga más contra el hombre. Este actúa motivado por su instinto depredador o cazador. Puede estar a gusto con su pareja y ser infiel si se presenta la ocasión. En el caso de la mujer, prima la búsqueda fuera de casa de lo que no tiene dentro, el desamor, y en algunas, hasta límites enfermizos, la búsqueda de la eterna juventud.

En España abundan las cornamentas, y parece que pocos se libran, desde el Rey, según dicen, hasta Urdangarin «el guapo». Sus infidelidades quedan divulgadas a través de los medios, desde el más alto hasta el último mono de la morería ha puesto los tochos. Los cuernos, para algunos, son indignos y para otros un auténtico negocio en momentos en que la crisis no supone un problema sino una oportunidad. Hay empresas creadas para ayudar a cometer infidelidades, y es que la gente no para de engañar. La infidelidad es una realidad. Es algo que está ahí. Las páginas de contactos, dicen algunos usuarios, les reportan equilibrio en situaciones triviales donde la relación cae en la rutina y la monotonía, siempre lo mismo. Los dardos del amor no duran toda la vida pero a pesar de ello no están dispuestos a pasar por un divorcio o una separación. Las empresas que favorecen a la infidelidad tienen como fin ayudar a sus usuarios a que sean infieles de forma discreta y segura. El amor parece que caduca y que prevalecen otros intereses.

Quizás tenga que ver con la vida. Cada vez somos más longevos y si antes se enviudaba a los cincuenta, hoy a los cincuenta apetece cambiar de pareja.

Opino que la infidelidad es la ruptura de un pacto que se basa en la confianza, que es afectivo además de emocional sin olvidar el sexo. El placer de estar juntos, en pareja, de sentirse bien con la persona amada es la clave para evitar la infidelidad y si la ha habido utilizarla para mejorar la relación. Un punto de partida. Un punto final a la indignidad.

Como dijo Arthur Schopenhauer «El destino es el que baraja las cartas pero nosotros somos los que las jugamos».

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