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El milagro de Fátima

Este es el secreto de Fátima -Báñez, por supuesto-: el precio del trabajo. Los costes por hora de la mano de obra en la Unión Europea oscilan entre 3,7 ? y 40,1 según los Estados miembros. Entre 2008 y 2013 el coste por hora en euros para el conjunto de la economía en los 28 Estados de la UE ha aumentado de 21,5 a 23,7 ?; y en la zona euro de 25,5 a 28,2. Los costes por hora suponen un incremento ligeramente superior al 10% en cinco años. Entre el 26 y el 24% de este precio del trabajo eran costes no salariales.

En el caso de España por cada hora se pagaba 19,4 ? en 2008 y 21,2 en 2011, el último año del gobierno Zapatero, y en 2013 había bajado ligeramente a 21,1 ? la hora. O sea que en el último lustro el salario hora ha subido el 8,7% los tres primeros años, y ha bajado una décima en 2012 y 13, eso son méritos propios de la reforma laboral del Gobierno Rajoy, el secreto de Fátima. Los costes no salariales son el 26,6%; o sea, de esos 21,1 euros 15,48 son sueldos por hora y 5,61 euros son los costes no salariales -Seguridad Social básicamente-. Los datos son de Eurostat, la Oficina de Estadísticas de la Unión Europea y se publicaron el pasado 27 de marzo.

Hay más milagros: el coste por hora en el primer trimestre del año ha sido de 16,20 ? para los trabajadores a tiempo completo, mientras que para los de tiempo parcial es 10,81. Esto explica que los contratos a tiempo parcial hayan pasado de ser uno de cada tres a ser el 43,4%, casi la mitad; y, más de la mitad son temporales. En España el 57,4% de los trabajadores a tiempo parcial lo son porque no encuentran trabajo a jornada completa, son subempleados (Eurostat, 10 de abril de 2014).

A este ritmo terminaremos siendo la China de Europa, los que trabajemos como chinos para exportar. Eso, aunque lo recomiende el FMI, tiene un «inconveniente» no menor: que los salarios son coste, pero también son demanda. Con esos sueldos la única forma de aumentar la producción es que nos la compren los de fuera, cuando vienen como turistas o aumentando las exportaciones. Nosotros con esos sueldos y el «por si acaso» -el ahorro de las familias- compramos si podemos los productos básicos: vestido, calzado, alimentación y techo -agua, luz, teléfono y alquiler o hipoteca-. Las empresas que producen para la demanda de los españolitos son en su mayoría las pequeñas y medianas las que más empleo crean, y no lo crearán porque no les podemos comprar lo que producen, por lo que tampoco les dan préstamos y siguen bajando los precios y ni aún así compramos. Esta dinámica termina en deflación: bajan salarios y arrastran los precios de los productos que se venden en el mercado nacional. Con lo que no hay quien pague deudas o hipotecas.

De Guindos se va a Europa sin esperar a la anunciada recuperación y la deuda española que antes era en su gran mayoría de empresas y bancos, deuda privada, es hoy pública gracias a unos pases mágicos de Economía y gracias a la reforma constitucional exprés que Zapatero y Rajoy hicieron. Hemos pasado de deber un 40% de lo que producimos -del PIB- a un 70% en 2011, al 100% en 2014 casi un billón de euros, y eso sin contar todavía las autopistas de peaje; unos 20.500 ? debemos cada españolito. Y a pesar de eso, importantes empresas españolas están pasando a manos extranjeras, los olivos de los andaluces de Jaén son ya de un fondo de inversión británico; Bankia podría llevar un camino parecido; y los fondos buitre se están quedando con los activos del «banco malo» a precio de saldo. Y lo gracioso del caso es que el famoso déficit del Estado en 2013 fue del 5,5%, más alto que el último año de Zapatero que era del 5,2%. Mientras la tasa de paro, según la EPA, ha pasado del 13,9 % en 2008, al 22,8 el último año de Zapatero, y al 26% el año pasado. Esto tampoco es herencia recibida.

El esperpento, «el sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada», decía Valle-Inclán. A lo que habrá que seguir respondiendo como Don Latino, «no te pongas estupendo» e «invítanos a cenar», al menos.

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