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Susto o muerte

¿Qué prefieres, susto o muerte?. ¡Venga, susto!. ¡Uuuhhh!. Joder, ¡qué susto!. ¡Haber pedido muerte!. ¿A que alguna vez habéis pensado que os ha «mirao» un tuerto?. ¿A que sí?. Eso es lo que parece que nos pasa a los «olezanos», que estamos convencidos de que nos ha mirado un bizco y, por mucho que queramos enmendallo, costará Dios y ayuda enderezar el rumbo, porque, como suele decir el pueblo llano, «no me gusta como caza la perrica». Pariente, a mí tampoco me gusta como lo hace el can, pero no por ello arrojo la toalla y procuro mantenerme en la pelea, porque más vale morir con honra que vivir con vilipendio. ¡Un paso atrás ni para coger impulso!. ¡Con tu puedo y mi quiero; vamos juntos compañero!, escribió Mario Benedetti y cantó Luis Pastor en sus conciertos durante la Transición. Y en esa composición hay una estrofa que quiero recuperar: «La historia tañe sonora su lección como campana/para gozar el mañana hay que pelear el ahora».

En la I Guerra Mundial, más concretamente en la Batalla de Verdún, los franceses (dicen que fue el general Petain) acuñaron la famosa frase «No pasarán!. Dolores Ibarruri, la Pasionaria, la desempolvó en el asedio de Madrid por las tropas del general Franco. En la Revolución Sandinista en Nicaragua también se usó e incluso el cantante nicaragüense Carlos Mejía Godoy compuso la copla: «No pasarán!». Los que nos desgobiernan, sobre todo aquellos que actúan al más puro estilo Capone, campan a sus anchas y ponen en valor la conocida como ley del embudo: para mí lo ancho y para ti? para ti, una mierda que te comas; socio!. ¿Socio de qué?. ¡Socio de «na»!.

François Hollande, presidente de «gabachilandia», ha nombrado a un primer ministro español, de Barcelona y del Barça -tiembla Paris Sant Germain-, de nombre Manuel y de apellido Valls, por más señas. Bueno, pues este galo/catalino (¡qué mezcla más rara la suya!) quiere poner en marcha «un gobierno compacto para enderezar a un país golpeado por la crisis económica». Claro, él se lo puede permitir porque elige a los mejores y ya se sabe que ¡con buena picha bien se jode!. Ese gobierno, al que el catalino ha llamado «de combate», es como una selección de fútbol, en la que están los mejores, menos, en el caso de Francia, Benzemá. Cosa distinta es lo que pasa en el palacete del marquesado de Arneva, donde Guillén no puede mandar a escardar cebollinos a sus «compis», ¿o sí?, y cambiarlos, porque no hay más cera que la que arde; o sea, recambio. ¿Pensará que más vale malo conocido que bueno por conocer?. ¡Parece que sí!. De todas formas, por mucho que se pudiera cambiar, poco gobierno de combate íbamos a tener en Oleza, ¿o sí?. ¡Y total, para lo que me queda en el convento, me cago dentro!; ¿verdad, socio?. Para hacer un gobierno de combate en Oleza hay que tener/comprar cascos/chichoneras y bragueros, no vaya a ser que a alguien le caigan los ordenadores en la cocotera o se hernie; ¡más que nada por la falta de costumbre!. Me gustaría ver el futuro por un agujerico para saber lo que harán nuestros munícipes cuando dejen la vida pública, porque alguno no sabe hacer la «o» con un canuto (nada que ver con los que se fuman).

Últimamente me ha llamado la atención la propuesta de Angela Merkel en Alemania, país en el que parece estar viviéndose un momento de vino y rosas. Resulta que a la cancillera no le gusta que las calles y plazas se le llenen de vagos y maleantes por lo que ha puesto en marcha algo que, como poco, sorprende en un país que abandera iniciativas para que el resto supere la jodía crisis, creando curro y generando riqueza. En definitiva, quiere que, para evitar situaciones tensas, quienes lleguen buscando trabajo sean expulsados siempre que no lo encuentren en el plazo de tres meses, poniendo así coto a la movilidad europea. Y yo, por aquello de que me gusta extrapolar las cosas, me pregunto, ¿por qué no han expulsado a más de uno de los inquilinos de Palacio?; porque alguno no es que lleve tres meses sin hacer nada es que ¡está tres años tocando la gaita!. ¡Guillén, menos viajar a Bruselas para hablar de «moscas» y más poner coto!; vamos que -como cantaba Emilio Aragón- ¡menos samba y más trabajar!. Los olezanos sabemos que somos los que somos, que estamos donde estamos, que llegamos donde llegamos y no pedimos heroicidades, pero ya está bien de rendir menos de lo que se puede/debe, dejando que pasen los días, porque si en Alemania se expulsa a quienes no producen en Oleza habría que empezar a plantearse algo parecido o, por lo menos, meterlos en la nevera, como pasa con los árbitros de fútbol, cuando cometen errores técnicos. ¡Tarjeta y a la nevera; por petardo!.

¡Respirad, que era un susto!. No vayáis a pensar que iba en serio, aunque alguno podría lamentar no haber pedido muerte por cuestiones de imputaciones o mociones de censura que dormirán el sueño de los justos. ¡Qué envidia de alemanes, que echan a la gente, y gabachos, que tienen gobiernos de combate!. ¡Dios mío, no siento las piernas!.

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