Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sorpresa, asco y miedo

Cuando vamos a una cafetería a leer la Prensa tomando un «cortaico» -¡para mi descafeinado de máquina con sacarina- nos arriesgamos a escuchar cosas que, pese a que son normales en los tiempos que corren, no dejan de llamarnos la atención, ya que la gente, desde hace tiempo, está hasta el gorro y no se esconde para manifestar su descontento con lo que le rodea, ya sea a nivel local, provincial, autonómico o nacional. El personal -y por «culpa» de los medios que se han empeñado en mostrar las miserias del mundo- tiene opinión y, lógicamente, opina -¡faltaría más!-, porque está en su derecho y es casi una obligación. No me negaréis que, aunque esto no es nuevo, los problemas de los gobernantes no son los mismos que los de los gobernados, lo que hace que los gobernados estén hasta las narices de los gobernantes y vayan, como ellos, a lo suyo, porque su prioridad es ganarse las lentejas y llevarlas a casa, mientras que para los de la cosa pública lo más importante es echarle mierda a los demás; vamos, poner el ventilador en marcha y, parafraseando lo del agua, ¡mierda para todos!.

Escuchando la conversación de dos vecinos de mesa -sin querer, queriendo- me atacó una sorpresa, que no es otra vaina -como diría un dominicano- que «una alteración emocional que causa una cosa que no está prevista o no se espera». Pero todo hasta cierto punto, porque mis colegas de «taibol» (mesa, para los hispano parlantes) se referían a Pepita Ferrando, de la que aseguraban que, en su empeño por dar una imagen de pulcritud democrática y de buena gestión de los dineros del pueblo, había abocado -del verbo echar «ensima»- todo el estiércol/mierda de las facturas de Fitur a un funcionario. ¡Ala; ya está la burra en el trigo y se ha vuelto a liar!. Los desgobernantes tienen la rara facilidad/habilidad de tratar de eludir sus responsabilidades, porque no son sus culpas sino las de los demás las que los llevan a estar en boca de todos y, la mayoría de las veces, a los juzgados. La ínclita Ferrando asegura que sus problemas con la justicia -¡Señor apiádate de ella!--no deberían serlo porque -según afirma y no seré yo quien lo ponga en duda- el interventor del palacete del marquesado de Arneva ha certificado que los técnicos avalaron las «facturicas» de la cita turística en la villa del Oso y del Madroño. ¡Ñas, coca!. Creo que, otra vez, la has «cagao» Pepi -nada que ver con la peli de Almodóvar (Pepi, Luci, Bon y otras chicas del montón)- porque los funcionaros tienen la innata virtud de actuar corporativamente en defensa de intereses comunes, puesto que, ¡si hoy te toca a ti, mañana me puede tocar a mí!. ¡Buena cosa has hecho, nena!. ¡Has despertado a la bestia y esta cuando sale de su covacha es para dar cuenta de una presa potencial que, en este caso, vas a ser tú; te han enfilado y ¡van a por ti!. A poco que se empeñen, no te libra ni la Virgen de Monserrate!.

Después de la sorpresa, casi siempre se presenta un proceso de «asco», que, volviendo a lo que dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, significa: «Sensación de disgusto o rechazo causada por una persona o cosa» o «alteración del estómago causada por algo desagradable que produce ganas de vomitar». ¡Joder, bolletico; tengo angustia y unas ganas compulsivas de «bosar», aunque ni tengo la regla ni estoy «preñao». Todo esto -la situación de estancamiento y decrepitud en la que se encuentra Oleza- me da mucho asco, porque si bien al principio todo era esperanzador, «grasioso» después de tantos años «peperos» y me sorprendió ahora, como la inmensa mayoría de los «olezanos», tengo ganas de que la aventura acabe, porque se han perdido -hemos perdido- cuatro años. La gran ciudad (según Ballester) se ha alineado con el pelotón de los torpes, al más puro estilo del «armao» Pitoto y ha dejado pasar el tren de la prosperidad por culpa de tirios y troyanos; ¡vamos, por culpa de quienes se han «empeñao» en tocarnos los «webs» y eso que les habíamos dicho que nos gusta más el «amor propio» porque ya no nos da gustico el «trío» que ellos proponían y que finalmente se ha «quedao» en una relación de pareja convencional. ¡Más vale malo conocido que bueno por conocer!; ¿verdad Mari Carmen?. ¡Haz caca, Pilarín, que mamá te limpia!. Y finalmente lo que queda no es otra cosa que miedo; o sea, esa «sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario» o, en cualquier caso un «sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se desea». ¡La hemos jodido!. ¡Guillén, o lo arreglas o lo soluciona el juzgado!; ¡tú verás!. Puestos a pedir, me gustaría que el último año de legislatura fuese tranquilo, pero mucho me temo que será más convulso que los tres anteriores. Estoy convencido de que vamos a vivir en un estado de miedo casi terrorífico -que diría Pepe-, porque iremos de sorpresa en sorpresa y atravesaremos un proceso de asco permanente .¡Al tiempo!.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats