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Bolcheviques y cosacos

A LA CARGA

Un amigo que guarda mimosamente su trenca progresista del 82 como Franco veneraba el brazo incorrupto de Santa Teresa me comenta sobre la guerrilla del fin de semana en Madrid: «Esto se nos ha ido de las manos». Siempre ha tenido querencia por las algaradas respetables que jamás degeneraban en linchamientos frustrados y algunas imágenes del sábado le han sumido en la melancolía. Tanto como la turba que hoy exigía la liberación de los detenidos por un ladrillazo de más y la engolada irresponsabilidad de los presentadores de Cuatro, que parecían estar retransmitiendo la toma de la Bastilla y no un parte de guerra con sesenta policías tullidos. Más tarde llega Cayo Lara y su revuelta permanente para recordarnos que la indignación colectiva provoca daños colaterales, lo cual estaría muy bien si los macarras encapuchados no se escudaran en la indignación ajena para jugar a bolcheviques y cosacos.

AUTOINDULGENCIA

Es asombrosa la cantidad de almas que se personaron en la capilla ardiente de Adolfo Suárez para pedirle disculpas póstumas. Parafraseando al clásico, fue ensalzado a su muerte por los mismos que le injuriaron en vida y casi todos compitieron ayer con dudoso gusto en flagelarse durante al menos cinco minutos. Excepto Artur Mas, un estadista a quien desconciertan estas conmemoraciones institucionales y confunde rebeldía con desplante y firmeza con poses arrabaleras. Ayer tuvo la ocurrencia de comparar al finado con Mariano Rajoy, por aquello de contrastar la audacia constructiva de Suárez con la impasible terquedad del otro. El problema para Mas es que la comparación sólo podía redondearse ampliándola a él mismo y a Tarradellas, el presidente de la Generalitat llegado del exilio que desde luego jamás habría actuado como el obtuso Mas. Rajoy no es Suárez, va de suyo, pero Mas no habría pasado de subsecretario para asuntos extrasensoriales con Tarradellas.

CUENTA ATRÁS

Cabe la posibilidad, remota por otra parte, de que Fabra pode las malas hierbas del jardín antes del próximo milenio. De seguir a este ritmo, su cirugía culminará cuando ya no haga falta celebrar elecciones autonómicas y los «consellers» sean nombrados directamente por Bruselas. Este proceder cansino obedece tanto a su falta de densidad política como a las dificultades inherentes a que los señalados accedan a quemarse a lo bonzo por el bien del partido. Los hay disciplinados y retozones, desafiantes y tancredistas, numantinos y mártires, pero todos comparten encuestas que auguran una hecatombe moderada. El asidero de Fabra a día de hoy es la notoria incapacidad de la oposición para pactar incluso el lugar en que deben reunirse y formalizar algo que se parezca lejanamente a un compromiso para desalojar al PP. El último hallazgo de los socialistas es descartar un acuerdo con la gente de Rosa Díez porque «son de derechas». Sería fantástico que miles de votantes del PSOE se hubieran vuelto de derechas.

EL HÉROE ANDA SUELTO

El periódico destaca hoy con justicia el caso de un policía municipal de Benidorm que encontró un sobre con 5.000 euros y se afanó en encontrar a su dueño. La noticia no explica cómo se puede perder un sobre con 5.000 euros ni cómo se localizó a su anónimo propietario, pero esto no importa demasiado ante la hazaña anacrónica de que un ciudadano haya cumplido con su deber. La moraleja del cronista es un lamento sincero de que lo correcto sea excepcional y el policía pase por zoquete en los corrillos. Porque no les quepa duda de que el hombre ha ingresado en el hispánico club de los excéntricos por decirlo suavemente y con suerte recibirá una mención en el boletín del cuerpo y una felicitación asombrada de su concejal mientras a su espalda recibe bufidos de desprecio. Termina la crónica con el deseo de que todos tomemos ejemplo del héroe, pero esto implica demasiados sobres extraviados y, ante todo, demasiados héroes.

LO GENUINO

Es posible que sólo a un presidente norteamericano se le ocurra comparar el Coliseo romano con un campo de béisbol, pero también sólo en España alguien puede creer que el problema de las manifestaciones incontroladas se solucionaría acotando una zona en el extrarradio para manifestarse ¿Y si la multitud no quiere manifestarse allí? Existen abundantes y recientes pruebas de que muchos manifestantes no son gente razonable y esto quizá baste para descartar la creación de un aburrido ghetto sin papeleras, cajeros automáticos ni farolas que destrozar. Más descarnadamente, algunos, el rector de la UA sin ir más lejos, cree que lo sancionable debe ser sancionado, qué cosas tiene el rector, antes de que su universidad sea reducida a escombros en nombre de la libertad de expresión. Tal vez. En España nada es exactamente lo que parece: en Canarias creyeron durante horas que un remolcador y una gabarra eran un avión que estaba hundiéndose.

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