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Día del seminario

Se celebra hoy en la Iglesia, el Día del Seminario. En todos los pueblos y parroquias de nuestra Diócesis de Orihuela-Alicante encontramos hoy jóvenes, venidos del Seminario, que nos hablan de sus vidas, de sus estudios, de sus ilusiones. Tienen mucho interés en que todos los cristianos de nuestra Diócesis conozcan su vida, sus estudios, sus ideales y sus proyectos. Precisamente la envergadura de su vida de preparación para el sacerdocio requiere ayuda.

Para pedirla han dejado hoy el seminario y se han puesto en contacto todos los cristianos de la Diócesis, solicitando oración, amor y colaboración total, porque el sacerdocio no es una profesión que se busca a sí misma y se desinterese de los demás, si no que se desvive por los demás.

Su razón de ser es anunciar el Evangelio para el bien de todos. Así lo dice el slogan de la campaña de este año: «La alegría de anunciar el Evangelio». El problema que tiene el Seminario es la necesidad de la colaboración de todos los cristianos. Escasean las vocaciones sacerdotales. Un remedio es cuidar la formación cristiana de los niños y jóvenes no sólo en su casa con la educación familiar, sino también en los colegios en los que se proporciona la primera educación.

Cuando se apuntan los indicios de vocación sacerdotal en los jóvenes hay que apoyarla y cultivarla, tanto por parte de los padres, como de los profesores. Lo mismo digo de los catequistas y de todos aquellos que tienen contacto de formación con los niños y los jóvenes. El lema de este año habla de la «alegría de anunciar el Evangelio», tarea fundamental de los sacerdotes y fuente de la alegría, de paz interior y de plenitud vital, tanto para los sacerdotes que anuncian y viven el Evangelio, como para los cristianos oyentes, que anuncian y viven el Evangelio, como para los cristianos, oyentes que lo acogen.

Cuando ayudamos a los seminaristas para que realicen lo mejor posible su preparación para el sacerdocio, estamos asegurando nuestra propia alegría futura. Por éso, debemos aprovechar esta ocasión del Día del Seminario para asegurar la más perfecta alegría del mañana, que supone la presencia del sacerdote, bien preparado, en un servicio a los demás cristianos.

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