No sé si son muchas o pocas las voces que vienen alimentando un posible entendimiento tras las elecciones autonómicas en la Comunidad Valenciana entre PP y PSPV-PSOE, como decía hace unos días en este diario Javier Izquierdo. No sé si esas supuestas voces autorizadas son reales o ficticias, pero estoy convencido de que estos mensajes convienen principalmente tanto al PP como a otros partidos de izquierda o supuesta izquierda. Para que no haya duda, afirmo que los socialistas alicantinos no contemplamos en ninguno de los casos la posibilidad de pactar con el PP la dirección de esta Comunidad. Tal vez sea políticamente incorrecto, incluso un error estratégico afirmar con esta rotundidad estas cosas. Pero prefiero decir lo que pienso que jugar con lo que piensan los demás. Ser claros es lo que la política de hoy requiere, sin maquillaje ni disfraces. Los socialistas pretendemos lograr una victoria electoral que nos permita conformar un gobierno socialista y, a posteriori, establecer con todas las fuerzas políticas las vías de diálogo y entendimiento suficientes para que las decisiones tengan estabilidad. Si otros, dentro o fuera de mi partido, defienden otras cosas tal vez no sean tan socialistas.

Debemos crear un proyecto socialista de diálogo con todos, pero bajo el respeto a un principio básico que emana de nuestra ideología de izquierdas, social y obrera, término que a nadie debe asustar porque con este sustantivo en pleno siglo XXI hago referencia a todo aquel que lucha por salir adelante cumpliendo con sus compromisos sociales básicos, respetar el marco legal, cumplir con sus obligaciones fiscales y pensar en una visión social más allá del mero enriquecimiento. Es decir, obreros los hay como trabajadores por cuenta ajena y también como empresarios.

Para los socialistas alicantinos, la vía alemana -una coalición de partidos mayoritarios- no tiene cabida en la Comunidad Valenciana. Es imposible un pacto de estas características que nos haría cómplices de todos sus desmanes y errores políticos. Precisamente truncaría nuestra seña de identidad, puesto que las decisiones del PP se han ceñido a romper principios básicos de nuestra ética política tales como la educación universal y gratuita para todos, la sanidad pública, la eliminación de los servicios sociales, y un establecimiento de una política económica al servicio de unos pocos.

No hay coincidencia entre la política económica del PP y la política económica del PSPV-PSOE. Entre servir a unos pocos, como ha hecho el PP en estos últimos años, y gobernar a golpe de consigna de manifestación, como proponen otros, hay un modelo diferente, el socialista. Entendemos que la política no puede basarse en la especulación que nos ha llevado a la pobreza desde que Zaplana hasta Fabra han capitaneado esta Comunidad; pero tampoco compartimos discursos populistas y vacíos como romper relaciones con la banca, no pagar las deudas, u otras consignas no viables en un mundo como el actual. Los que gobernamos en nuestros ayuntamientos sabemos que las nóminas, las facturas a las pequeñas empresas y los servicios públicos debemos pagarlos cada mes.

Eso no quiere decir que no queramos cambiar las reglas de juego, las normas actuales de una élite y los lastres injustos que condiciona nuestro futuro. Tenemos una receta, una manera de hacer las cosas, donde no criminalizamos ni a unos ni a otros, donde todas las formas de ver la realidad deben ser tenidas en cuenta. Pero donde nuestro modelo en nada coincide con Alemania.